Opinión

Riñas tumultuarias

La vuelta a la normalidad, tras superar prácticamente todas las medidas restrictivas, ha traído consigo el incremento de la violencia en las intervenciones que requieren la presencia de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Las consecuencias del confinamiento, con la disminución de interacción social y la falta de vigilancia de la salud mental, está provocando reacciones incontroladas por parte de algunos individuos. Personas que, con la ingesta de alcohol y/o drogas y bajo el amparo de actuar en grupo, reaccionan de forma desmedida ante cualquier conato de provocación, buscando cualquier excusa para la gresca. Normalmente, las riñas en las que acaban implicados varios jóvenes se producen en zonas de vinos o pubs, muy concurridas y a altas horas de la madrugada. 

Estas peleas vinculadas al ocio nocturno siempre han tenido un impacto en la sociedad. No con tanta intensidad como en la actualidad porque la diferencia es que hace años no existía la posibilidad de captar con precisión y de forma instantánea los momentos más críticos de cualquier riña, expandiéndolos rápidamente a través de las redes sociales, causando una inseguridad subjetiva que preocupa a los poderes públicos y que pone en alerta a la ciudadanía.

Aun así, vivimos en un país y en una provincia segura. Estos hechos coyunturales obligan a redoblar la educación en valores en las escuelas, en los domicilios y en el resto de actividades complementarias como campus o extraescolares. La situación requiere, también, reforzar con servicios extraordinarios la presencia policial en aquellos momentos críticos en los que emerge la desinhibición y en los que se prevé la existencia de riñas entre jóvenes que pretenden convertirse en los protagonistas de la velada, situación a la que llegan en muchos casos fruto de un desarrollo personal al amparo de un entorno desestructurado. 

En este escenario es vital la coordinación entre los distintos Cuerpos de Seguridad, una colaboración entre Policía Nacional, Policía Local y Unidad de Policía Adscrita que tan buen resultado ha dado en dispositivos como los puestos en escena con motivo de las medidas contra el covid o en aquellos establecidos con la misión de mitigar los efectos del botellón en la ciudad. Ha quedado acreditada la buena disposición del subdelegado del Gobierno en beneficio de una óptima cooperación entre los distintos operadores de Seguridad en Ourense pero falla la actitud altiva del responsable de la Policía Nacional, quien mira al resto de implicados por encima del hombro, no escatimando en poner en duda el buen hacer de sus hombres, que a pesar del desdén siguen dando lo mejor de sí, conscientes de su vocación de servicio público.

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