Opinión

Tsunami Terrorista

La sociedad avanza hacia un punto en el que damos más credibilidad a lo que se escribe en las redes sociales que a lo que manifiestan las personas en las que tenemos confianza.

Las aplicaciones juegan un papel fundamental como nuevo instrumento de movilización. Su potencia aprovecha la dependencia de los dispositivos para llegar a su objetivo en tiempo real y viralizar el mensaje entre los grupos. Facebook, WhatsApp o Telegram son los principales canales. Su inmediatez se torna vital para hacer llamamientos sobre el lugar y el momento en el que es necesario secundar una movilización, midiendo el nivel de virulencia de las protestas.

Tsunami Democràtic es la nueva fórmula de movilización en Cataluña y cuenta con auténticos profesionales en guerrillas urbanas. Radicales armados con todo tipo de materiales y artefactos, que usan a modo de acometimiento contra la policía. Este movimiento concreto ha sido cultivado por los líderes independentistas. Los liderazgos en esta forma de organizarse no son visibles. Hay una confianza ciega, sin cuestionar nada. Logran una red de bots humanos para utilizarlos a su antojo. Su app controla también a los infiltrados, así como el posicionamiento de sus seguidores. 

Tsunami Democràtic no rehúye del enfrentamiento directo con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y sus miembros utilizan técnicas y tácticas de terrorismo callejero.

Nuestra Unidad de Intervención Policial está realizando una labor soberbia. Hay desplazados unos 170 agentes desde Galicia. Están dando lo mejor de sí sin saber, a día de hoy, las retribuciones que percibirán a pesar de completar jornadas de hasta 19 horas, de pie, con el peso de la uniformidad y del material anti-disturbios, de la tensión psicológica y física o del riesgo a sufrir lesiones graves. Son personas de carne y hueso. La Administración no debe escatimar en recursos para protegerlos y permitir que desarrollen su trabajo con garantías. Es indignante ver como los disturbios de estos radicales suman ya más de un millón de euros en daños materiales y, sin embargo, a nuestros policías les escatimamos las gratificaciones que les corresponden al aplicar la jornada laboral específica de la UIP. Es una buena oportunidad para actualizar sus complementos, así como las obsoletas dietas de alojamiento y manutención, mejorando la penosidad de sus miembros y al igual que las Unidades de Prevención y Reacción, es hora de negociar una jornada laboral acorde con la realidad social del momento.

Nos encontramos ante la movilización más violenta de la democracia, en cuanto a volumen de manifestantes agresivos y medios utilizados contra la policía. Los agentes están sufriendo encerronas por parte de manifestantes agresivos que conocen los trayectos de las furgonetas o las estaciones de servicio en las que repostan. No se puede concebir que no le permitan emplear todo el material antidisturbios del que disponen y les obliguen a aguantar el chaparrón de pedradas y todo tipo de objetos. En estas situaciones los agentes son los más perjudicados ya que a distancia es imposible actuar.

Es el momento de apoyar, sin ambages, la actuación de la UIP. Ningún alcalde cuestiona la labor de los bomberos en un incendio, sin embargo, en este escenario sin precedentes, algunos responsables políticos están más pendientes de racionalizar los medios y los recursos que de la integridad física y la seguridad jurídica de los compañeros. En caso de lesión, o peor, de algún fallecimiento por no poder emplear los medios que tienen a su alcance para disolver a la masa, ¿quién se hará responsable? 

La revuelta del independentismo se juega en la calle pero sobre todo en las apps.

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