Opinión

El merecido descanso de nuestros mayores

Hace una semana, un grupo de amigos decidimos darnos un homenaje en un balneario. Como la oferta es muy amplia y el tiempo corría en contra nuestra, nos fuimos al Palacio de las Salinas, que está situado a hora y media de Madrid, en Medina del Campo. Un lugar muy conocido ya que se trata de un edificio construido allá por 1900, por el mismo arquitecto que llevó a cabo las obras del Palacio de la Magdalena de Santander.


Tengo que reconocer que mi primera impresión fue de sorpresa, pues no podía imaginar que en un páramo como es mi Castilla del alma, existiera un lugar que te transporta a la campiña inglesa o a cualquiera de los múltiples castillos que hay en la Europa Central.
Quienes nos aconsejaron que visitáramos este lugar ya nos habían hablado de las bondades de sus aguas termales, que dejan la piel como el culito de un bebé, de los masajes, de su gastronomía y, cómo no, del ambiente de tranquilidad y relax que reina en todo el edificio, y que invita a la lectura, a escuchar música -argentina sobre todo-, o a andar. En fin, un regalo para los sentidos, de los que tan necesitados estamos.
Pero siendo todo esto importante lo que más me agradó fue ver la cantidad de matrimonios mayores, que gracias al Imserso, pueden disfrutar de unas merecidas vacaciones, en épocas en las que disminuyen la afluencia de turistas, lo que propicia que los hoteles de toda España, desde Valladolid a Benidorm, se llenen de hombres y mujeres, que después de toda una vida de trabajo y sacrificio, pueden optar, gracias a nuestros servicios sociales, a pasar unos días por un módico precio, en lugares de ensueño. Hoteles que cuentan con todas las infraestructuras necesarias para quienes han perdido movilidad o padecen otro tipo de limitaciones propias de la vejez. Pero que en ningún caso, han perdido las ganas de divertirse y de disfrutar de todo lo bueno que la vida puede ofrecerles todavía.


Lo curioso de este lugar es la mezcla de gente que va, ya que el fin de semana que yo estuve me encontré en el comedor con el diestro Victor Puerto y Noelia, su mujer, con el diseñador Manu Sánchez, con la bailaora Cecilia Gómez y con la empresaria Mónica Martín Luque, acompañados todos de sus respectivas parejas, así como a la actriz María Castro y a la diseñadora Ana Nieves. Todos tratando de ponerse en forma antes de que empiecen las navidades, la ingesta de los turrones, de cava, y cómo no, empiecen los excesos. Un grupo muy divertido que por unos días se olvidaron del estrés, de los agobios y presiones de sus respectivas profesiones, para centrarse como bien me comentaba Beatriz Saa, la administradora, en lo que verdaderamente importa: la salud, el cuidado personal y la puesta a punto.

Te puede interesar