Opinión

Alcaldear y la madre de todas las elecciones

Las elecciones locales versus las municipales son la madre de todas las elecciones. Además de cierto, se lo oí decir en muchas ocasiones a Manuel Fraga. Y, entre otras consideraciones importantes para los partidos políticos, de la ideología que sean, es la de que el poseedor de la alcaldía tiene muchos boletos favorables para obtener mejores resultados en todas las demás citas electorales supramunicipales; incluso en las municipales que vengan a continuación, a los cuatro años. Es tan cierto, que se acostumbra a decir que la alcaldía más que ganarla el aspirante la pierde el que la ostenta. Además, elegir al político local, es apostar por ese político más próximo, al que recurrimos no sólo en la Casa consistorial, sino en la calle, bar, entierros, cuando no en su propio domicilio. Y, hoy por hoy, votando en las elecciones municipales, se está apostando por el futuro inmediato de los gobiernos intermedios o provinciales, o sea las Diputaciones. Y ya se sabe: Si un vecino tiene un problema acude al ayuntamiento a hablar con el alcalde; y si un alcalde tiene una necesidad acude a la Diputación.

Estamos en tiempos de plena efervescencia para elegir, en las condiciones más favorables, a los líderes de las formaciones políticas que concurrirán el próximo 28 de mayo a las elecciones municipales. Agosto es inhábil a casi todos los efectos y los partidos políticos apuran la elección de quienes liderarán las listas para que, llegado septiembre, como si de un curso escolar se tratara, empiece ya en todo su fragor el curso político cara a la madre de todas las elecciones. Me informa Neme que en España hay más de ocho mil líderes desconocidos: Los alcaldes; gestionan entidades mucho mayores que cualquier empresa. Por ello me afané en leer el libro “Alcaldeando” de Alberto Ruiz de Anzua, sobre las enseñanzas de liderazgo de un alcalde. No está de más “alcaldear” un poco si se aspira a alcalde.

¿Pero qué empieza? Pues pura estrategia política interna y externa. Tanto si ya ostentas la alcaldía, como si vas a acceder a ella, se trata de gestionar esos últimos meses, según la situación. Si ya ostentas la alcaldía quizás lo tengas más fácil debido al camino ya recorrido en el día a día, pero con más carga responsabilidad que te da la ostentación del cargo; quizás haya que introducir ajustes del desgaste… La complejidad surge si el aspirante no tiene la alcaldía; aquí el conocimiento de la situación -rodearse de buenos asesores sin más aspiraciones- tacto y empatía, juegan una baza determinante. Así se llegan a las valoraciones sobre quienes pueden ser “compañeros de viaje”. Al respecto, hay una consideración a tener en cuenta y que es de aplicación: Si tienes que llevar, o incorporar a alguien a tu lista, que al menos no reste. Confeccionar el programa electoral que, al contrario de lo que sostenía Tierno Galván, se hace para ser cumplido; ya no cuela, y resta credibilidad política, promesas mastodónticas e inasumibles, sobre todo en momentos de crisis e incertidumbre. Programas electorales asumibles al entender de los ciudadanos, y si no es así hacérselo ver.

A partir de septiembre el comentario general es el de la lista, ¡una buena lista!, que yo siempre pregunto: ¿Y qué/cual es una buena lista? Neme me responde que se trata de la ganadora. Y mencionando la credibilidad, me refiero a la credibilidad del líder respecto al electorado, fruto de su trabajo, currículo y experiencias previas. Claro que es difícil, por no decir imposible, una persona aspirante a regidor local libre de tacha ante la ciudadanía; pero, al menos, debe ostentar más virtudes que desaciertos. Ese líder capacitado en revertir situaciones lamentables y que el electorado sea capaz de reconocerlo. Un líder que transmita liderazgo e iniciativa, compromiso y flexibilidad, con competencias técnicas o profesionales. Rehuyamos del nuevo mirlo blanco o pata negra, que lo primero que comienza a transmitir -para hacerse valer- a las huestes es promesa de normalidad, que es signo de desprecio de lo que quedó atrás; y ya no digamos si después de tanta transmisión de normalidad acabas en el más ridículo de las anormalidades cometidas. Es por ello que “alcaldear” da enseñanzas, desde la perspectiva individual, de cómo retroalimentarse a base de vocación de servicio público con dedicación y esfuerzo, etc. Y siempre Fernando Pessoa con el “pon todo lo que eres en lo mínimo que hagas”.

Te puede interesar