Opinión

El doctor busca el horizonte 2018-2030

El titular significa el largo trecho que nos espera desde que la moción de censura depuso a un gobierno de España ganador de las elecciones y coloca a otro, que las había perdido, por primera vez en cuarenta años de democracia; y hasta el 2030, año en el que fija la prórroga el doctor Sánchez para tener al día las transformaciones que el país necesita.

¡Qué largo me lo fiais!, diría un escéptico. ¡Qué tortura!, exclamará un pesimista. ¡Lo hemos conseguido!, se felicitará el auto progresista. Claro es que, el afán, aun de las cosas más buenas, debe ser pausado y reposado. Y mientras nos preparamos para tan larga espera, ya antes de cumplirse los cien días, la conllevamos con ocurrentes titulares: “Me han colado un gol por toda la escuadra”. O defendiendo a sus enchufados con un “se ha hecho siempre así, es legal”. Y el “no todos somos iguales”, y tan así que ipso facto dimite la ministra.

Sustituida la dimisionaria, ya la sustituta “equipara gestación subrogada con tráfico de órganos…” Toca superarnos en lindezas, con el noble objetivo de gobernarnos hasta el 2030. Si el campo del hombre es el tiempo, dogmatizaba Göethe, ¿cómo va obviar el doctor Sánchez al dramaturgo alemán en tan loable como ambiciosa petición transformadora, sin tener en cuenta el tiempo?

¡Los cien días de gracia! Días consumidos en preparativos exhumadores de restos óseos mediante decreto ley; el doctor exhumador resucita a Franco o ¿desentierra el pasado porque el presente le viene grande? Rectificaciones a todas las iniciativas presentadas –la “rectificación perpetua” de la que hablan algunos-, aunque el doctor puntualiza que son correcciones; en cualquier caso, actualiza la máxima de Fraga: sólo aciertan cuando rectifican.

Observa, pero no actúa, cómo en Cataluña la política se hace en la calle, permitiendo que el Parlament esté clausurado y/o cerrado, en un absoluto tancredismo político. Y un verano por medio, que siempre es motivo para tener agenda cultural nocturna, con desplazamiento por las alturas. Y las mismas bombas que con el anterior gobierno eran asesinas de inocentes, ahora van directas al objetivo gracias al láser selectivo que ya no mata yemeníes… ¡Ay Josep!

Con lo descrito y más, en tan poco tiempo de gobierno, un sensato le recomendaría al doctor que hay que espabilar y rectifique de verdad y de una vez por siempre. Tienen los componentes del gobierno de Sánchez la obligación de “rectificar los errores que cometen, en la rectificación de los errores, lo cual se darán cuenta ustedes que es definitivo”, como recomendaba Fidel Castro.

Y no dejarse “colar goles por toda la escuadra”, como lamentó la ministra, que para evitarlo debió seleccionar a los mejores para jugar o situar bien la barrera. Y aunque el símil futbolístico le sirviera para explicarnos una enrevesada jugada, no vale para la ocasión; ya que en el fútbol, al mal jugador en el campo o mal situado en la barrera, lo mandan directo al banquillo; y la ministra despidió de la plantilla a una suplente.

“La política hay que hacerla en clave parlamentaria”, argumentaba en la oposición el doctor. Ahora intenta obviar la Cámara Alta para salvar los presupuestos y, consecuentemente, la legislatura. ¡La última!, el anuncio de la reforma exprés de la Constitución… Y siendo conscientes de que somos engañados por la apariencia de la verdad (Horacio), también es cierto que en política lo importante es lo que no se dice. Y a eso nos aferramos los que, no escuchándoselo al doctor Sánchez, continuamos creyendo que la política consiste en hacer posible lo necesario, aunque para ello se necesite una gran pasión. Por eso Hegel nos recordó que nada grande se hizo en el mundo sin una gran pasión. El presidente, ¡eso sí!, no sólo pone pasión para hacer algo grande. ¡Necesita tiempo!, hasta el 2030. Tiempo y pasión, que unidos al repertorio que conocemos, donde la realidad supera a la ficción, haría falta un Berlanga para la ocasión. Y de paso describa cómo el azote –ahora doctor- de la educación concertada obtuvo su doctorado en una universidad privada. Cómo para pasarlo bien, si no hubiese importantes responsabilidades por medio.

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