Opinión

El ministerio de la soledad

El efecto colateral de la sangría demográfica –gran problema-, sumado al aumento de la esperanza de vida –logro vital-, degenera, frecuentemente, en la temida soledad. Y si somos muchos los que recapacitamos sobre las dificultades de nuestros vecinos que padecen soledad, debo manifestar que me hizo meditar, hace unos días, el anuncio del Ministerio de la Soledad en el Reino Unido. Y es que las cifras dan credibilidad para ratificar esta creación: La mitad de los mayores de 75 años o más viven solos, lo que equivale a unos dos millones de personas. Una verdadera epidemia social, la epidemia de la soledad, donde el 56% de los británicos dicen sentirse solos. Pero el tema adquiere también una dimensión local, cuando el lunes 5 de marzo leo en La Región: “Soledad en la ciudad, se disparan los rescates de mayores que caen en casa”. Inevitablemente me viene a la mente lo del Reino Unido y su m,inisterio. Y, aún más, cuando, también La Región, el 6 de marzo, informa “muchos mayores no tienen para asistente o un centro. Cáritas reconoce que el problema de la soledad va a más…”.

Hemos pasado de la soledad lírica literaria, cantada por Bécquer, al que nostálgicamente recitábamos: “La soledad es muy hermosa cuando se tiene alguien a quien decírselo”, o del pacto entre vejez y soledad, al decir de García Márquez: “El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad”, al deber y responsabilidad de las instituciones para considerar el asunto un problema de salud pública. ¡Qué lejos los conceptos aceptados, por valorados socialmente, de independencia, autosuficiencia, con el estar abandonados a su suerte! Mucho nos queda por hacer, lejos de soluciones parciales para dar cumplida solución a situaciones individualmente complejas, que necesitan ser encaradas.

Además la situación se complica al no limitarse a las personas llamadas de la tercera edad; en Inglaterra -¿será por los altos índices de neblina?- se afirma que “seas joven o viejo, la soledad no discrimina”. En España, sin tanta niebla, el 25% de los hogares son unipersonales, con lo que el problema adquiere tintes preocupantes, como para reflexionar profundamente. Una dimensión transversal (¡ay!, qué definición más moderna), pues el rescate incide en personas con un perfil amplio pero definido: envejecida, vive sola o con sus familiares lejanos, la mayoría de las veces necesita atención socio-sanitaria tras el rescate. Aunque antes de llegar a esta situación deberíamos/debemos fomentar la autonomía personal de las personas en soledad, prolongando su calidad de vida, evitando el abandono de hogares y, cómo no, fomentando cierta actividad laboral vinculada a esta problemática. Cuando todos estos pretendidos mecanismos fallan, aun prestando la teleasistencia, ayuda en el hogar, comida a domicilio, servicios de limpieza, acompañamiento, actividades terapéuticas, etc., ¿qué puede aportar además un Ministerio de la Soledad? Nosotros, aun sin echar cohetes y necesitando más prestaciones, estamos en el buen camino, a través de la cooperación entre las distintas administraciones (local, provincial, autonómica) para ofrecer mayor atención integral a la soledad, sin que necesariamente se constituya ese ministerio en España, cuando, además, están descentralizadas las competencias. Sí, hará falta más y revisar contenidos; no obviemos que en Ourense de 7 rescates a gente mayor en 2007 pasamos a 21 en 2017; en 2018 ya los bomberos han realizado 9 rescates hasta el 18 de febrero. Es por lo que la Diputación, en el último pleno, ha sometido a consideración del plenario, siendo aprobado, los acuerdos: 1) Impulsar una línea de actuación social en el marco del “Observatorio Económico Ourensán” que recoja, en base a un análisis demográfico, la estructura de los hogares en la provincia, con especial atención a la población que vive sola. 2) Ampliar la dotación presupuestaria del programa “BenOurense” 2019 para, en coordinación con los servicios sociales municipales, atender las necesidades detectadas en cada ayuntamiento. Cuando en el Reino Unido están creando el ministerio, aquí disponemos de una consellería, que no lleva el nombre de uno de los estigmas (Soledad), pero con la finalidad y cumplimiento de la cobertura a las necesidades apuntadas; aunque las circunstancias dicen que hay que revisar contenidos y poner a disposición más… Pero estamos hablando de las mismas preocupaciones y necesidades a las que nos aboca la suma de la “sangría demográfica” y “el aumento de la esperanza de vida”.

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