Opinión

"Facendo que se fai"

Contabilizados más de tres meses, ya pasaron las Navidades, el Santo Entierro y la Resurrección, estamos ante el campeonato bloqueante que los españoles sufren, con más o menos estoicismo, por mor de la correlación de fuerzas que nos deparó el 20D. La medalla de oro la lleva quien, a sabiendas de que no tenía el aval ciudadano de las urnas, sí que confió en el aval de Ciudadanos para probar suerte. Y por el medio la ridícula petición de mediación al griego Tsipras, si no tenía éste bastante con lo suyo. ¡Hasta aquí llegamos!

Es útil recordar, para la ocasión, lo que horas antes de la sesión de investidura fallida, el candidato Pedro Sánchez nos obsequió a modo de perla argumental: “Nada aporta a un plato un condimento que no sabe a nada. La excelencia de un plato sublime es que se reconocen las esencias de cada elemento, que dan como resultado la armonía, la variedad y el contraste”. Hoy podemos decir que tras este catálogo de ocurrencias –que no ideas- del aspirante, como si una buena cocina intencionara, un “facendo que se fai” de un gallego sabio y que unos bautizan como teatrillo, otros como loable intento… pero que al final nos dejó compuestos y sin novia: sin gobierno y, si cabe, más encallados que al día siguiente del 20D.

Sea plato de buen o mal gusto, condimento catalizador o no, excelencia como atributo, lo cierto es que el candidato Sánchez intentó, eso sí, involuntariamente, llevar a buen fin lo que el músico judío Daniel Barenboim –en el premio Príncipe de Asturias- dijo: “En política hay que llegar al precipicio y no caer al final”. Al precipicio se asomó; caer está por ver... Este argumento trenzado para tiempos actuales concuerda con el parecer de nuestro Pío Cabanillas: “En política hay que llevar el equipaje necesario para ser capaz de flotar en caso de naufragio”. ¿Estaba equipado convenientemente don Pedro? Lo que se visualiza es “facendo que se fai”.

Ya sea debido al precipicio o a no portar adecuado equipaje, lo que sí atisbamos es un barullo “in crescendo”. Y no es porque no le estamos haciendo caso a lo que los españoles expresaron en las urnas, que tampoco es así. Es, sencillamente, que no sabiendo gestionar los resultados del 20D, cada uno intenta llevar la ocurrencia como equipaje. ¡Y, otra!, no debemos hacer confundir lo que es un acuerdo de investidura, legislatura y de gobierno, con un acuerdo entre partidos, a los que, además, las cuentas no les salen ni de lejos. Por eso mi expresión, del sabio gallego: “Estou facendo que fago”, sin hacer nada y/o a lo sumo salir en los medios y pantalla, suplicando cual tiene que ser el voto de los demás para no caer en el precipicio o que flote sin equipaje.

Los votos no se pueden suplir en los despachos, ni con ruedas de prensa, ni con maniobras de “facer que fago”, de cara a la galería pero que delatan al personaje. A no ser que estemos, precisamente ante la nueva política… Son tres meses de bloqueo, de “facendo que se fai”, en los que se han volatilizado compromisos de programas y, como consecuencia, ante próximas elecciones haremos que no nos crean ni los más acérrimos… Un sinfín de reuniones, dimes y diretes, vetos, líneas rojas conforman un espectáculo que no conduce a ningún objetivo y, lo peor –repito-, hace descreer de la auténtica política, por observar ansias de poder, infidelidades… y ocurrencias oportunistas.

¡Qué razón desprendía Pascal! cuando aseveraba que el hombre está dispuesto a negar todo aquello que no comprende; para acto seguido apuntalar que el corazón tiene razones que la propia razón desconoce.

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