Opinión

¿Hay alguien ahí...?

Donde mandan todos no manda nadie y donde no manda nadie es el caos. Anulemos lo de mandar y añadamos gestionar o cogobernar –término acuñado por el Gobierno de España para la ocasión- y tenemos el caos, que en el desenfrenado brote pandémico actual significa colapso sanitario, si la razón humana no lo impide. Cuando esto escribo me comunican que somos el quinto país de Europa en número de contagios y creciendo; las vacunas escasean y no llegan a las comunidades autónomas las prometidas, más bien se las quitan. Mientras, el ministro de Sanidad y candidato, y el presidente del Gobierno, están de mitin en Cataluña. El Colegio Médico de Ourense saca un comunicado clarificador, implorando la “toma de medidas más restrictivas y urgentes”. Por último, quisiera hacer mía la interrogante de los médicos de Urgencias y Emergencias (Semes) hacia el Congreso, días después de que en el Consejo Interterritorial la mayoría de las CCAA le pidieran al ministro de Sanidad poder ampliar el toque de queda ante el evidente aumento de la presión asistencial: ¿hay alguien ahí…?

Cuando a bombo y platillo se nos anunció, por parte del Gobierno de España, la fórmula de la cogobernanza de la pandemia con las CCAA. nos las prometíamos muy felices pero, a nada que hubo que tomar decisiones, apareció la resignación. Se va al tacho la cogobernanza, ¡embarrancó!, dice mi idolatrado Neme. Y no es porque haya CCAA, que busquen la confrontación, que no está el horno para bollos; es solamente por la sencilla y a la vez gran razón de que cada comunidad, según la situación epidemiológica de cada cual y en cada momento, pueda emplear, modificar o adelantar la movilidad horaria, acorde con sus necesidades, contagios y presión asistencial. ¡Esto es la cogobernanza! Y, si no es así, que sea el Gobierno, a través de su Ministerio de Sanidad, quien lidere la gestión sanitaria; lo inviable es hacer tancredismo en una situación que se agrava, llevándose por delante a la gente. No se ha querido legislar para que las CCAA pudieran tomar sus propias decisiones; a cambio se saca de la chistera la cogobernanza y ésta encalla en cuanto la Comunidad de Castilla y León pide tomar medidas ante la gravedad sanitaria, y no sólo eso: se le acusa de confrontación. Se reúne después el Consejo Interterritorial y se suman a la petición la mayoría de las CCAA, pero se impone el aún hay margen... ¿Hay alguien ahí…?

El titular de La Región, coincidente con todos los demás, es: “Illa rechaza anticipar el toque de queda como piden los gobiernos autonómicos”, al tiempo que los médicos ourensanos reclaman un confinamiento para atajar la pandemia, ya que desde marzo nunca hubo tanta gente contagiada. Y si, además, los presidentes autonómicos son reconocidos por el Gobierno de España como autoridades delegadas a los efectos de tomar medidas contra la pandemia, y fueron mayoría las que se decantaron por tomarlas en el Consejo Interterritorial hace unos días, ¿cómo o por qué se les omite?, si son medidas necesarias. ¿Existen intereses políticos por encima del interés supremo, cual es el de la salud y salvar vidas? ¿O esto de la cogobernanza se queda en imposición de medidas? Yo quiero creer que no. Pero para creer así, entiendo que delante de una situación excepcional, como la que estamos a vivir, las medidas a tomar tienen que ser acordes, excepcionales. Pero ¿hay alguien ahí…?

Hay preguntas que no se pueden responder, porque el mero hecho de contestarlas sería admitirlas, es una recurrencia de los escolásticos delante de algunas situaciones. Se hace difícil contestar en un momento de extrema complejidad y gravedad, señor Ministro, pero al menos no se complique más, añadiendo al imprescindible interés sanitario el particular político. El Ministro de Sanidad, no sólo está a tiempo parcial, e imponiendo medidas ¡amparándose en la cogobernanza!, dejando al albur de las necesidades a las CC.AA, sino que además no se hace responsable de lo qué está a pasar con las vacunas. Vendemos vacunas a un paraíso fiscal, cuando no es capaz de cumplir con las prometidas a las CC.AA; y lo argumenta en la solidaridad. Solidaridad con el refugio de los poderes económicos españoles más pudientes y omitiendo que en ese refugio –Andorra- viven más de trece mil catalanes con derecho a voto en las próximas elecciones catalanas. No habíamos quedado que la mujer del César no sólo tenía que ser honrada sino parecerlo. Y en estos duros momentos resulta imprescindible demostrarlo, también despidiéndose del Congreso rindiendo cuentas. Pero ¿hay alguien ahí…?

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