Opinión

"Homo homini lupus"

O lo que es lo mismo: “El hombre es un lobo para el hombre”. Frase utilizada por el filósofo T. Hobbes para referirse a que el estado natural del hombre lo lleva a una lucha continua contra el prójimo; es una realidad constatable que, en estos días, se hace máxima en su peor versión. La frase extraída por Hobbes de la obra dramática “Asinaria” de Plauto (250-184 a. de C.), donde Plauto razonaba que “lobo es el hombre para el hombre” del latín “lupus est homo homini”, según revisión de Ever Arrieta, filósofo e historiador. La expresión continúa siendo objeto de tesis y estudio; mientras recuerdo haber leído que en Hobbes la superación de la desconfianza convierte al hombre que es lobo en hombre que es dios. ¡Pues bien!, ocurre que tenemos que verlo, comprobarlo o sufrirlo, para darnos cuenta del lobo que es el hombre para el hombre. La realidad actual en Ucrania lo atestigua. La invasión indiscriminada de Putin a una nación soberana, hace bueno el pensamiento de Hobbes y Plauto, y supera cualquier desconfianza al respecto sobre el ser humano.

Este hombre hecho dios de Hobbes sufre, en sus propias carnes, el terror de los bombardeos; las mujeres, hombres, mayores y niños de Ucrania, escapan para donde alguien los pueda poner a salvo. ¡Toda la población indefensa! Son gente, mujeres, hombres y niños, como usted o su vecino, a la que le arrasan su territorio y mientras tal catástrofe humana ocurre, como no hay mayor ciego que el que no quiere ver, una ministra del Gobierno de España nos hace saber su receta: “Diplomacia de precisión, para parar los pies a Putin”. Gran respuesta diplomática de una ministra que se sienta en el consejo de ministros, pero que no está de acuerdo con lo que se acuerda en ese consejo. ¡Y ni dimite, ni la cesan! Una verdad dolorosa que se tapa. El hombre es un lobo para el hombre; y se siente. Lo dejara aclarado Pitágoras cuando sentenciara que el hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos; el hombre de Pitágoras no se corresponde con el hombre lobo para el hombre.

Y mientras Putin amenaza con tono desafiante el “conseguiré todos mis objetivos, bien sea por la negociación o por la guerra”, Sánchez Pérez-Castejón nos consuela con “vienen tiempos duros”. Y encuentra indubitadamente el culpable: Putin, el hombre lobo para sus semejantes y al que su Ministra Montero se le ocurre aplicarle la resolutiva receta de la “diplomacia de precisión”. Como Cervantes en su obra “El Quijote”, que solía recurrir al uso de preparados de botica, entre ellos el bálsamo de Fierabrás, como remedio mágico; era la panacea para cualquier problema de salud y que constituía el único preparado medicinal que surgía de la fantasía del gran autor. Pero esto no era más que novela; lo de Ucrania es una dolorosa realidad.

También toca a sufrir los que no están en guerra, que existen dos formas de matar: como las misma palabra lo dice y haciendo la vida imposible. Cuando estas palabras escribo, aparte de culpabilizar a Putin, no se acuerda ninguna medida respecto a los duros efectos colaterales que se derivan, excepto que se bajara un grado la calefacción; una suerte de bálsamo de Fierabrás. Economía de guerra, sí. Pero el absoluto inmovilismo ante la situación bélica –salvo pregón ministerial de la diplomacia de precisión- y bajada de un grado de la calefacción para paliar efectos secundarios, no parece el esperado bagaje. Horror, fosas comunes, falta de agua potable, colapso del sistema sanitario… Corredores humanitarios de color rojo por la sangre de la gente muerta en el camino. “El infierno son los otros”, donde Sartre describe el infierno que vive el hombre contemporáneo por el tormento que le inflige la mirada de sus semejantes, reveladora de la distancia entre lo que realmente es y lo que quiere ser; el poder infernal e infiernizante de la mirada… Nosotros miramos el infierno de la guerra en pleno s. XXI, pero parece que tal infierno de la guerra es cosa de los demás. Putin ganará la guerra, arrasando a Ucrania y todo lo que encuentre delante; y no se detendrá ahí, pues otros países están amenazados; y mientras nadie frene al sátrapa estaremos debatiendo sobre qué bálsamos a aplicar. Nos reconforta la voluntariedad de asociaciones y voluntarios para retirar de la barbarie, como la del alcalde de Maceda y compañeros, que se pusieron mano a la obra para poner personas a salvo del horror; en esto el hombre es humano para el hombre, su semejante.

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