Opinión

El muñidor censurado y vetado

El hombre, dice Pitágoras, es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos. Temor y deseo, evidentes criterios en la moción de censura de Ribadavia, puestos en escena por el criado de la cofradía encargado de gestionarla -el muñidor del asunto-, personificado en el anterior alcalde y actual diputado provincial socialista. Aunque, paradójicamente, es este, y nadie más que él, el censurado. ¡Y censurado por partida doble!: 1) Censurado por sus propios vecinos de Ribadavia, que le hicieron perder las elecciones municipales de 2019 ostentando la alcaldía, al superar los populares a los socialistas en número de votos y concejales. 2) Y también censurado, inmediatamente tras las últimas elecciones municipales, por los demás partidos con representación municipal, y hoy autores de la moción de censura, al impedirle renovar la condición de alcalde. 3) Ahora, no sólo censurado, también vetado para pertenecer a cualquier órgano del nuevo Gobierno salido de la moción. ¡Cómo para presumir…! 

¡No estamos, pues, delante de una moción de censura cómo procedimiento establecido en la normativa, ni cómo mecanismo de control al Gobierno Local con exigencia de responsabilidades políticas! Es el final de un ajuste de cuentas, con un periodo de incubación largo como corresponde al que ostentan las peores enfermedades infecciosas. Un ajuste de cuentas que viene de lejos, que ahora los autores de la tropelía encontraron el momento, por decaimiento y debilidad del muñidor tras larga incubación y espera, o por el ultimátum de la parte cooperadora necesaria para llevar a cabo el cambiazo; sin tener en cuenta a los vecinos. Todo por el pueblo pero sin el pueblo, que ya se había pronunciado sobre quién quería que lo gobernase. Las ensoñaciones futuras debieran obviarse cuando la realidad funciona.

Porque lo cierto es que los vecinos de Ribadavia gozan desde junio de 2019 de un gobierno estable, sólido y capaz, liderado por un alcalde respetuoso, creíble y dialogante, como hace muchos años no se conocía en la capital del Ribeiro. Y que está cumpliendo con creces una de sus principales promesas electorales, cual es la de poner fin a la pésimas relaciones institucionales ante las demás administraciones.

¿Qué razones existen ahora para la moción que no existieran con los mismos actores para confeccionar el gobierno socio populista hace veinte meses, con lo que nos ahorraríamos el esperpento de esta rectificación en forma de moción de censura?: ¡Ninguna!, salvo dejar aclarado que se da paso a un Gobierno compuesto por los perdedores de las elecciones, con la sentencia hecha realidad del correspondiente ajuste de cuentas, disfrazado en excusas que no son más que disculpas de mal pagador. No por la ausencia, durante estos veinte meses, de un gobierno y un liderazgo indiscutible, capaz de presentar un balance positivo de su acción de gobierno en este tiempo, desbloqueando proyectos e incorporando otros, de importancia para el ayuntamiento.

Es verdad, que un poco de mentira y de confusión mental ayuda a vivir más ilusionado; aunque, tal como están planteada esta moción, para suscribirla, se necesitaría una fe parecida a los apóstoles que dejaron sus redes para seguir a Cristo. Es lo que ocurre en esta ocasión, cuando el muñidor es primero censurado y a continuación tiene que tragar con su veto como candidato. En cambio se irá de la alcaldía un hombre que ostenta esa rara virtud cardinal que para los políticos significa la templanza y la prudencia, que en boca de Epicuro es el más excelso de todos los bienes. Es parte de lo que Ribadavia pierde un 23F, fecha patognomónica de lo que sucedió aquel día hace cuarenta años de unos que venían de salva patrias y, como en este 23F del 2021, transmiten lo peor de la política. 

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