Opinión

¿Para qué nos sirvió la segunda vuelta?

Escéptico ante si el sí al Brexit pudo tener cierta influencia a la hora de votar en estas elecciones, recuerdo la afirmación de W. Churchill: Un inglés es un tipo que no mastica la comida… ¡la pronuncia! Y en esta segunda vuelta de las elecciones del 20-D quienes se han pronunciado, sin haber masticado el hartazgo, han sido los españoles. Los que vaticinaban abstención sucumbieron; triunfó la responsabilidad y el compromiso de la ciudadanía española. Y, otra vez, ganó sin paliativos el PP. A las demás formaciones recordarles: “¿Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?”, de Cicerón.

Se votara de manera más o menos resignada y/o influenciados por los resultados del Brexit, a las mismas formaciones encabezadas por los mismos líderes, en un espacio temporal de seis meses, los españoles han dado otra oportunidad más a los líderes políticos para que gestionen los resultados de las urnas. Y la segunda vuelta valió, claro que sirvió, para demostrar que, definitivamente, el PP había ganado las elecciones el 20-D y las volvió a ganar ahora… para gobernar. Y los españoles dijeron no al populismo, a los teatrillos y a la política de querer gobernar a cualquier precio, sin haber ganado.

¿Se acabó el bipartidismo por la irrupción de nuevos partidos?: estaba cantado; ello fue uno de los motivos por el que tras el 20-D, al no disponer de cultura política de pactos, delante de la situación nueva, nos abocaran a nuevas elecciones. Visto lo visto, ¿acaso era una mala idea que Rajoy pidiese un gran acuerdo para la gobernabilidad? ¡No!. “El político debe tener amor apasionado por su causa, ética de su responsabilidad y mesura en sus actuaciones” (Weber). Y Rajoy los tuvo. Y aún añadiría más: los políticos deben saber oír las palpitaciones de los tiempos; y el pálpito social está en que los votantes no saben lo que van a hacer nuestros líderes políticos con el apoyo que acaban de recibir, ya que no lo dieron a conocer ni durante el tiempo tras el 20-D ni, ya, en campaña. Ahora está más despejado el horizonte. Se exige altura de miras, responsabilidad y mesura, como pidiera Weber, ante el futuro inmediato. Es de sabios cambiar de forma de pensar; y si no cambiaron los electores –los resultados ahí están- tienen que hacerlo los líderes políticos, como legítimos representantes.

Hoy la ocasión es la más propicia para que la política transforme la necesidad en virtud y se crezca ante la adversidad. Lo necesario hacerlo posible. Y es el PP al que le corresponde gobernar y a otros hacer penitencia del por qué se ha llegado a esta situación. Y en Galicia y Ourense los resultados fueron concluyentes, al constatar que el PP es hegemónico y en alza; con los populismos desinflándose. ¿Para qué sirvió la segunda vuelta?: para ratificar la victoria del PP, que los perdedores del 20-D pusieran en entredicho. Y ya de cara a los próximos retos –autonómicos- es el PP el mejor colocado. Toca a todos “arrimar el hombro”, por el bien general.

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