Opinión

Sin ocurrencias, vetos y sainetes

Definitivamente abocados, como temíamos -sin temer- a nuevas elecciones y tras teatralizar un sainete de cuatro meses, sacamos en conclusión una lección: no han tenido ideas, sí ocurrencias que no pocos tertulianos mal llamaron propuestas. Y después de los vetos para gestionar los resultados del 20D, aún algunos continúan con la misma “teima”. ¿Y si quienes vetan son los ciudadanos a los políticos? Tétricas y sibilinas ocurrencias que, a sabiendas de que “los árboles no dejan ver el bosque”, la ceguera ante la realidad, la aritmética y el interés general, desató la frustración en la mayoría de los españoles, que ahora sólo falta saber cómo reaccionarán el 26J.

Ciegos a la realidad, cuando alguien se empeñó en gobernar habiendo perdido las elecciones, pero ambicionando la presidencia con el pobre bagaje de 90 diputados, previo veto al partido ganador en votos y escaños. Ciegos a la aritmética, ya que un aspirante a la Presidencia del Gobierno se le supone que sabe (sumar) que la única suma que colmaría su desmedida ambición es la que incluye a secesionistas… cuando estamos hablando de un gobierno para España. Y ciegos al interés general de los españoles, pues a muy pocos se nos escapa que el interés de alguno fue ser investido para asegurar su liderazgo particular o partidista.

Ocurrencias, sainetes y vetos en política tradujeron que en vez de gestionar el resultado del 20D, dejaron sin argumentos a tan afanados actores hasta para contar a los españoles los acuerdos de sus reuniones. Han perdido el tiempo en escenificaciones fotográficas, “facendo que se facía”, auto promocionarse. Ello me recuerda a Napoleón cuando nos advertía que “hay ladrones a los que no se castiga y nos roban lo más preciado, el tiempo”; aunque el tiempo para recibir castigo no haya prescrito. Sí, nos hemos dado cuenta, con el proceder en estos cuatro meses, que una cosa es la política y otra la verdad, ¡su verdad! O como decía Goethe: se tienden a poner palabras allí donde faltan ideas.

El voluntarismo se dio de bruces con la realidad, protagonizando un error que pagamos todos; mal gastar tiempo, exigir adhesiones incondicionales, vetar al ganador de las elecciones, negarse a hablar de sillas aunque exigiendo una por encima de todo: la silla de presidente... Si leyeran la política de Aristóteles –los clásicos se adelantaban a su tiempo- sabrían que “las verdaderas formas de gobierno son aquellas en las que el individuo gobierna con la aspiración del bien común; los gobiernos que se rigen por intereses privados son perversos. Y pervierten todo lo que tocan”.

Ahora toca votar ¡a los mismos actores! O cambian de proceder, comportándose como auténticos políticos, o cambian de intención de voto los ciudadanos. Mientras, esperemos lo que deseamos y soportemos lo que acontece. No es poco para evadirse del hartazgo.

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