Opinión

¿Quién debe cambiar?

Cuántas veces hemos dicho que los que fueron parte del problema no pueden ser de la solución? Y lo recuerdo porque después de cuatro meses de absoluta y manifiesta incapacidad para gestionar los resultados de las urnas tras el 20D, vamos a tener a los mismos actores principales rogándonos otra vez el voto, con los mismos argumentos y apelando a una renovada confianza que, en un ejercicio de fe ciega, confiemos, ahora sí, en sus talentos y capacidades de resolución en la gestión política. ¡Con los antecedentes que obran! ¿No les parece una osadía? Pues…, a ver si me entienden: ellos no cambian, son los mismos, pero esperan que a la segunda sean los españoles quienes muden la papeleta para salir del bloqueo. ¡Ah!, con el tiempo que tuvieron para llegar a acuerdos, mientras entretenían al personal con enredos y lerias… Lo que en términos pugilísticos sería gritar “¡segundooos fuera!”, el combate prosigue con los contendientes noqueados, aun a riesgo de tildarlo de tongo. Y claro que se reanuda mal el espectáculo, al no conseguir sellar un –sólo uno- acuerdo para recortar los gastos electorales que se avecinan. ¡Que se sepa!, que los humanos pueden resistir cualquier cómo si tienen un por qué.

Es tiempo de estrategias, tactismo y desgaste; eso sí, utilizados por unas formaciones más que otras nos condujeron a este escenario, más propio de la búsqueda de aspiraciones partidistas que pensando en el interés general, con lo que debe haber responsabilidades. Que no parezca ni, por supuesto, sea que: cuanto peor, mejor. Y mientras esto sucede el ciudadano piensa si cambiará de voto –los menos-, si votará lo mismo – son más- y los que se lo están pensando o no acudirán a las urnas –aún más-. Llevamos más de medio año viviendo en clave electoral y no hay gobierno, porque los partidos no han querido. ¿Esperan los partidos que la situación se desbloquee, porque cambiarán de intención los españoles? Es mucho suponer. Y para que unos no supongan y a otros no nos tomen el pelo, nada se hace tan imprescindible que el cambio en la ley electoral, ¡ya! Me contaba hace unos días un amigo que, estando en Miami, coincidió con un español residente desde hace años en EEUU y le preguntó por el momento político español. Tras describirle la situación, el español americano se lamentaba de que mientras en EEUU se vivían como en ningún otro país las campañas y las elecciones, una vez pasadas éstas: a la vida cotidiana… “En España están ustedes permanentemente en elecciones”, le espetó.

Yo, al respecto, recuerdo a Azaña cuando decía que los españoles hacemos lo razonable, después de haber intentado todo lo demás. Soy de los españoles que mantiene la confianza en esta sentencia. Por eso deseo que, tras haber intentado aun lo más absurdo, ahora le toque a lo razonable y acabemos con el hartazgo… Y, excepcionalmente, los que fueron parte del problema, ahora sí, sean la solución.

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