Opinión

¿Sentido de la equidad?

El campo del hombre es el tiempo, dogmatizaba Goethe. Siendo firme creyente y defensor del poder judicial y del sentido de la justicia que inspiran las leyes, en más de una ocasión he pronunciado públicamente el “Dura lex, sed lex”, cuando a alguien se le ocurrió disentir, o reprocha, alguna sentencia judicial. Y tengo para mi la creencia de que si no creemos en la imparcialidad de los jueces… aviados vamos. También comprendo que nociones de equidad y proporción no son ajenas a la legislación. Todo lo dicho no resta que no se pueda opinar e incluso hacer juicios de valoración sobre procedimientos y sentencias. Pero, a lo que voy: hace unos años, yendo a presentar un alto cargo provincial de la Guardia Civil al Palacio de Justicia, llegamos a la cita veinte minutos más tarde del horario concertado con la autoridad judicial; y, claro está y con razón, el rapapolvos que nos cayó encima nos puso “firmes”.

Viene esto a cuento al tratar de comprender la actitud altiva, desafiante e irrespetuosa, del ex president Artur Mas ante su obligación de ponerse delante de la Justicia, y del retraso de media hora. No nos quedó claro si se estaba haciendo el ignorante o el desmemoriado –aunque esto encaje en la táctica de su defensa, que es muy loable-, por la exultante travesía hecha a pie, en olor de multitudes previa publicidad al efecto. ¡Qué más tiene!, que espere su señoría, para eso me ha citado, semeja es lo que podría estar “rosmando” el ex president. ¿Se tendría tanto respeto y consideración por otras personas y/o casos, a la hora de someterlas al interrogatorio judicial por investigadas…?

Por lo pronto leo que, en Vigo, la titular de un juzgado de lo penal paralizó un juicio e invitó a salir de la sala a una intérprete jurídica por continuos errores de traducción, que podrían causar indefensión al cliente. ¡Correcto!, golpe de buen hacer inmediato y autoridad debida. Al señor Mas no se le dijo el “venga usted mañana”, que hoy ya se le respetaron los cinco minutos de cortesía, pero cortesía no es la espera de treinta minutos, a sabiendas del contemplado, publicitado y previsto baño de masas.

No voy a ser yo quien aclare o discrepe -pues no lo sé- de que si el que se expone ante la Justicia es un político secesionista, acompañado de los vítores de la mesnada, da licencia a que su señoría se arme de paciencia y le toque la espera; cuando conoce que el que está por llegar –no deja de ser un investigado- celebra la citación en olor de multitudes. No sabría, no, si en este caso hay razones de equidad, proporcionalidad, comprensión o lo que se tercie…

En cualquier caso, cuánta razón la de Napoleón al exclamar: existen ladrones a los que no se castiga y nos roban lo más preciado, ¡el tiempo!

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