Opinión

La tiranía de la normalidad

Me llamó la atención el titular de un post: “Ser normal está sobrevalorado”. Y a continuación me recreo en la lectura: “Creo que lo previsible, lo ordenado, lo académico… no es territorio exclusivo de la gente 'normal”. Mi llamada a la atención hizo que reflexionara –también es una conducta normal- en el post, porque sencilla y simplemente en esta última campaña electoral se hizo mucho hincapié en el valor de la normalidad, como arma política principal.

Y ahora, mi reflexión en voz alta es si estaba tan deseosa la ciudadanía de escuchar, en tantas ocasiones, las súplicas a la normalidad –tiranía a la normalidad-, o por el contrario, que los políticos apostásemos por lo que es deseo general: soluciones al momento difícil, confuso y complejo que padecemos. Esto es lo que clama y espera la ciudadanía de los políticos; lo demás, como la honradez, trabajo eficiente, dedicación…se les supone a todos, aunque algunos defrauden.

A la vista de los resultados del 24M deducimos que en Ourense ciudad triunfó la “anormalidad” política; o eso proclama mucha gente con la que me encuentro, que me dice que no comprende nada. Quizás porque acostumbrados los ciudadanos a lo académicamente normal (que gobiernen y gestionen los gobiernos catalogados de sensatos, coherentes, educados y normales), estos son ahora mismo valores que non han cuajado y/o entrado en las meninges del gran colectivo ciudadano, colectivo inaccesible a los políticos. Y, como consecuencia, ese colectivo de más de trece mil ourensanos optaron por lo que se presentaba de “anormalidad” o políticamente incorrecto, como salvador de sus males y penurias.

No voy ser yo el que comprenda, apruebe y se sienta cómodo por la opción política a la que han apoyado más de trece mil ourensanos, aunque lo respete, hasta convertirla en la segunda fuerza política de una ciudad de ciento siete mil habitantes. Pero sí que debemos, tenemos, todos que hacer una llamada a la autocrítica para no quedarnos solamente con el mensaje grandilocuente de la normalidad, hasta el punto de convertirla en tiranía; por el hecho cierto de que algunos/as la hayan soplado al oído como auténtica prioridad de las penurias del momento; prioridad que, sin ser inadecuada ni descontextualizada, no debe convertirse en el centro de lo previsible, lo ordenado, lo académico… que no es territorio exclusivo de la gente “normal”. Como tampoco creo que vivir la vida y la política con pasión sea necesariamente algo que defina más a las personas que no encajan dentro de lo normal que los que habitan las cúpulas de gauss. Creo que he hilvanado unas líneas dentro de la normalidad…

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