Opinión

NI DOS EUROS PARA COMPRAR EL PAN

Anonadado ando con la ultimísima moda que se ha instalado entre los políticos: el estriptís. Todos están con la furia de darnos traslado de su estado patrimonial, sus últimas declaraciones de renta, de patrimonio y hasta de las marcas de sus utilitarios. Mi anonadamiento no es por la oportunidad de dicha práctica, o ausencia de ella. No por lo saludable o insalubre de la iniciativa. No por la opacidad o transparencia ?sincera o forzada- de su súbito y cristalino proceder. No, mi estupor viene dado por la valoración que de esas desnudeces está haciendo la opinión pública y, más decepcionante aún, la publicada. Observo con incredulidad cuánto agrada a la opinión los exiguos patrimonios y cuánto, por la contra, atraganta ver cuentas corrientes solventes, ahorros labrados y patrimonios más o menos holgados.


Me escandaliza observar lo bien que sienta y cuánta confianza despierta, para administrar el erario, el político que apenas ha logrado ahorrar nada en sus años de trabajo y presenta, entre las prendas de su estriptís, diez mil euritos en la cuenta bancaria, un modesto coche, a ser posible viejo y con bola en la trasera para roulotte y por supuesto una única vivienda, con cuanta mayor carga hipotecaria mejor. Nada minora su crédito ciudadano ?más bien todo lo contrario- que ese político sobrepase ya la cincuentena, por ejemplo, y se le conozcan más de dos décadas de responsabilidades públicas o profesionales con el consiguiente digno sueldo. Y, por la contra, nada mosquea más que esos políticos, que han sabido administrarse y tras años de trabajo, han logrado reunir ahorros en sus cuentas bancarias, fondos de inversión, etc y han logrado cancelar su hipoteca o incluso (¡qué horror!) adquirir una segunda vivienda vacacional o para dedicar al innoble destino del arrendamiento. Ricachones?


Un paradigmático caso fue conocer el patrimonio, ¡tan glosado y aplaudido!, de Manuel Chaves, abogado de profesión, que desde hace mas de 25 años ha encadenado responsabilidades bien remuneradas y en las que, por no tener no tenía que asumir ni los gastos de vivienda y sus parejos ?al usar la oficial-. En los 80, Felipe González lo nombró ministro, después fue elegido presidente de la Junta de Andalucía, para concluir hace poco más de un año como vicepresidente del Gobierno, todo ello ininterrumpidamente. Y durante todo este tiempo, y también en la actualidad, diputado y parlamentario. Pues bien, con ese historial retributivo presentó a la opinión un patrimonio -aún hoy colgado en la web del Congreso- consistente en una cuenta corriente de 5.000 euritos, una a plazo fijo de 6.000, un utilitario de 1992 (lo imagino con un Citroen 2 Caballos a lo más) y un modesto y pequeño piso adquirido allá por el 96. Pero lo sorprendente no es la descripción patrimonial en sí, si no lo bien valorada que es por los ciudadanos. Se quedan tranquilos, aplauden su desprendimiento, y ponen confiados en sus manos las diversas responsabilidades.


Y el caso de Manuel Chaves no es para nada rara avis; la inmensa mayoría de las declaraciones de bienes que los políticos de todo el país han dado a conocer, en avalancha, en recientes fechas, son de igual tenor. Son muy escasas, y casi las presentan avergonzados, las declaraciones de los que se muestran con unos ahorros acordes a su edad, a sus historiales retributivos, a su formación, a su capacidad profesional.


Yo, en semejantes hachas para las finanzas, no veo nada bueno. Donde otros ven desprendimiento, yo veo derroche: donde unos ven modestia, yo veo inutilidad total; donde ven honradez, yo veo incapacidad para el ahorro familiar, falta de austeridad e incapacidad para el emprendimiento y la prosperidad personal y de sus familias.


El propio líder de la oposición en el Ayuntamiento de nuestra ciudad presentaba recientemente una declaración patrimonial exigua, por decirlo suavemente. Médico de profesión, diputado, subdelegado del Gobierno durante años? ¿Cómo es posible que eso no los desprestigie de inmediato, cómo es posible que presenten esas declaraciones, cuanto más reducidas mejor, cómodos y no abochornados? Yo, a unas personas así, no les daría ni un par de euros con el encargo de que me fuesen a comprar el pan.


Cuando veo ese raquitismo, ese apalancamiento, me anonada que la opinión lo valore positivamente. En los políticos, en los gestores del erario, ha de buscarse todo lo contrario: los que han sabido, podido y querido ahorrar, administrarse, prosperar, ganar dinero, crecer, emprender y que han sabido administrarse para adquirir y pagar sus viviendas, tener ahorros en el banco, fondos de inversión, acciones, plan de pensiones?


Por la contra, los otros, los que han sabido hacerlo bien en lo personal, como el exconselleiro de Industria Javier Guerra, la exministra de Zapatero Cristina Garmendia o el actual De Guindos, sólo por poner unos ejemplos, me merecen, a este respecto, más solvencia, más crédito y por lo tanto me inspiran más tranquilidad para que administren lo mío, lo de todos.

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