Opinión

Palabras mayores

Hoy toca ponerse serios, muy serios. 

Los días que nos han tocado vivir, además de todas las consecuencias que acarrearán de índole sanitario, social o económico -algunas de las cuales ni siquiera atisbamos, o no nos atrevemos a calibrar- conllevan un riesgo, para nosotros, para nuestra vida, de relevante magnitud. Yo lo llamaría el flanco covid de riesgo civilizacional.

Occidente… ¿qué es Occidente? Si algo define, por antonomasia, nuestra civilización occidental es la preocupación por la libertad, pero por una llamada libertad racional, hibridada felizmente con cristianismo y judaísmo. Nuestro mundo, fermentado a lo largo de siglos, no sería hoy lo que es, en ninguna de las facetas que nos podamos imaginar, sin esa hibridación: literatura, arquitectura, artes varias, filosofía, política, comportamiento social, gastronomía…

Sin esta fusión no serían entendibles bases e hitos civilizacionales tales como la deslegitimación de la esclavitud, la propensión a la ayuda fraterna entre semejantes o la lucha innata, larvada generación tras generación, contra el sometimiento al poder, la individualidad frente a la homogenización…

La debacle general actual (conspiraciones y contubernios mundiales, en los que poco creo, aparte) comporta un riesgo definitivo: que la crisis que nos aqueja, y aquejará, nos traslade un cambio que afecte a nuestros principios esenciales. Que, por necesidad irreflexiva, recurramos a una especie de nueva versión del europeo Plan Marshall, pero en este caso apadrinado por potencia equivocada.

De acontecer ello, todo en nuestro mundo occidental, a su debido tiempo -pues un cambio de esta magnitud requiere de larga maceración-, todo, repito todo, estará en juego.

¡Una de rollitos de primavera! ¡Oído cocina!

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