Opinión

Aba gana elecciones después de muerto

Shinzo Abe fue asesinado el pasado viernes; el domingo, el Partido Liberal Democrático, su partido, ganó las elecciones parciales para renovar un tercio del parlamento. Nadie duda que la muerte de Abe provocó una reacción masiva de votos a su favor, aunque el primer ministro Fumio Kishida, pertenece también al PLD. Kishida fue quien sustituyó a Abe al frente del gobierno hace menos de un año, cuando dimitió por razones de salud. Abe había sido el político que permaneció más tiempo en el poder, su mandato supuso una potenciación de Japón y de su economía en el plano internacional y también el apaciguamiento social, con una ciudadanía que no acababa de asumir la derrota de la II Guerra Mundial.

Entre las iniciativas en las que Abe puso mayor empeño fue en la reforma de la Constitución. Aprobada en 1947, nació muy condicionada por Estados Unidos, la potencia que ganó la guerra a Japón con el bombardeo nuclear a Hiroshima y Nagasaki, y que entre otros artículos incluye uno que recorta derechos de cualquier país independiente: la prohibición de que el ejército de Japón pueda actuar fuera de sus fronteras.

Concretamente este artículo era el que más impulsaba a Abe a promover la reforma constitucional, que no pudo hacer, ni tampoco su sucesor, Kishida, al no contar con la necesaria mayoría parlamentaria. Las elecciones del domingo y el triunfo del PLD permiten ya alcanzar el número de escaños suficientes para promover la reforma. Ese va a ser la nueva prioridad del actual gobierno, y la lectura generalizada del resultado electoral ha sido que era precisamente la meta que se había marcado el primer ministro asesinado.

Japón sigue conmocionado por la muerte de Abe, un jefe de gobierno con luces y sombras, pero con un balance positivo de su gestión. Tranquiliza saber que su asesino, el hombre que le disparó mientras daba un mitin en plena calle, no pertenece a ningún grupo terrorista o banda organizada. Detenido, ha confesado que quería matar a Abe porque apoyaba a un grupo religioso al que su madre, la del asesino, dejó en herencia su fortuna. 

Ese peligro, el de que había “resucitado” alguno de los grupos que durante décadas han atemorizado la sociedad japonesa, ha desaparecido, o al menos no ha tenido nada que ver con el asesinato de Abe. Un político que gana elecciones después de muerto.

Te puede interesar