Trump y Juncker han anunciado un acuerdo sobre el “brexit”, en el que la Unión Europea ha hecho algunas concesiones sobre el asunto más conflictivo, el “backstop”, que no había aceptado cuando las propuso Theresa May, que se vio obligada a abandonar el Gobierno británico al no conseguir el obligado respaldo de Bruselas y el aun más obligado de su propio Parlamento, que por tres veces rechazó el acuerdo al que había llegado con las autoridades comunitarias.
Bruselas ha acogido el acuerdo con satisfacción porque, como decían Juncker y Sassoli -presidente del Parlamento Europeo- los últimos días, ya es hora de que la Unión Europea eche a andar y resuelva los muchos problemas que estaban aparcados, por no decir lastrados, al estar condicionada toda la política europea al futuro del Reino Unido, si permanecía o no dentro de la UE.
Que haya acuerdo entre Bruselas y Londres no significa sin embargo que el asunto quede definitivamente resuelto, aunque es un avance importante. De momento, el partido nacionalista irlandés, unionista y que se niega a que Irlanda del Norte tenga un status distinto al del resto del Reino Unido aunque sea temporal, ya ha anunciado que no apoyará en el Parlamento la propuesta alcanzada por los equipos británico y europeo; además está dispuesto a retirar su apoyo a Boris Johnson como premier, ya que los conservadores gobiernan gracias a los votos que les prestaron los irlandeses.
Por otra parte, se espera todavía que Corbyn intente derribar parlamentariamente a Johnson como única oportunidad de hacerse con el 10 de Downing Street, y no va a cejar en negociar con los conservadores críticos con Johnson, con los que defienden la necesidad de convocar un nuevo referéndum, y con el partido nacionalista escocés -35 escaños- para echar nuevamente atrás el acuerdo.
Por tanto, paso importante el que se ha dado con el acuerdo… pero es pronto para que los brexistas canten victoria.
