Opinión

Afganistán se le atraganta a Trump

Donald Trump y su equipo vivieron un día de euforia el domingo cuando los talibanes anunciaron el alto el fuego en Afganistán para negociar así un acuerdo de paz con Estados Unidos, que daría paso a la retirada de las tropas USA en ese país. Duró poco la satisfacción: el lunes, los talibanes hacían público un comunicado en el que negaban el alto el fuego aunque aceptaban reducir la violencia, como había pedido el negociador del Departamento de Estado americano, Zalmay Khalilzad.

Afganistán se ha convertido hoy en el país más inestable del mundo, y Trump no acierta con la política a aplicar. Estados Unidos utilizó a los talibanes para deshacerse de los soviéticos que invadieron el país hace ahora cuarenta años pero, una vez sin la presencia soviética, los talibanes gobernaron el país a sangre y fuego y desde su territorio se impulsó a Al Qaeda y sus primeras acciones terroristas, lo que provocó la invasión de Estados Unidos en tiempos de Bush. Desde entonces las tropas americanas se encuentran en Afganistán haciendo frente a los talibanes y DAESH, hasta que Trump anunció hace un año que iniciaba conversaciones de paz para proceder a la retirada de sus tropas con la garantía de que los talibanes cesarían en sus actuaciones. Esto último no solo no se ha producido sino que, por el contrario, controlan un 70 por ciento del territorio, donde imponen su ley para crear un Estado Islamista Afgano, con multitud de atentados e incrementado la huida masiva de la población civil, que ha visto cómo de nuevo era despojada de sus derechos fundamentales.

Las negociaciones de paz se han interrumpido en varias ocasiones, no solo por atentados perpetrados por los insurgentes talibanes sino también porque Trump no acaba de tener una política clara respecto a Afganistán. Sus negociadores tienen a los talibanes como interlocutores, al margen del gobierno legal, que los talibanes no reconocen porque lo consideran un gobierno títere de USA. Qatar acoge a los negociadores americanos y talibanes, pero cada vez que se produce un avance aparente, un nuevo atentado o un cambio de rumbo de los americanos lleva a los negociadores a la casilla de salida.

Afganistán es probablemente el país del mundo que ha sufrido más guerras e invasiones desde las últimas décadas del siglo XX. La escasa visión de Trump en política exterior, y el radicalismo talibán, impiden que deje atrás esa maldición.

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