Boris Johnson salvó el primer round, por la mínima pero lo salvó. Sin embargo no hay un solo analista, un solo medio de comunicación, que no entre en el juego de poner fecha a la salida de Boris Johnson del 10 de Downing Street. Pocos apuestan que seguirá siendo “premier” el 31 de diciembre.
Es conocida la capacidad de supervivencia de Boris Johnson, su biografía está plagada de episodios en los que se le daba por muerto y sin embargo consiguió mantenerse en el proceloso mundo de la política. Pero en esta ocasión tiene muchas cartas en su contra, y solo una a favor: no hay un sustituto claro en el Partido Conservador con la fuerza y el respaldo necesario para relevarlo como líder del partido y primer ministro. Es la fuerza de Johnson, así como su empeño de mantenerse a cualquier precio, aunque ese precio suponga renunciar a algunas de las iniciativas que defendió con uñas y dientes, como el protocolo irlandés que negoció con Bruselas para que la UE diera finalmente luz verde al acuerdo sobre el brexit.
Dos son sin embargo los problemas más acuciantes que debe resolver Johnson si pretende mantenerse al frente del gobierno. Uno es el propio grupo parlamentario conservador, completamente dividido, que puede bloquear sus propuestas e impedir que pueda gobernar al no contar con el imprescindible apoyo de Westminster. Otro es que no ha finalizado la investigación sobre el llamado “partygate”.
El informe realizado por la funcionaria Sue Gray recoge que hubo fiestas en el 10 de Downing Street, que participó Johnson en varias de ellas, que bebió alcohol, que hubo invitados que se quedaron a dormir en los sofás y en el suelo porque estaban borrachos e incluso que se produjo alguna pelea. Queda ahora la investigación más inquietante: comprobar si Boris Johnson dijo la verdad cuando aseguró en el Parlamento que se trataba de reuniones de trabajo. Si esa investigación concluye que mintió a la vista de las informaciones que ha recogido, Johnson tendría que dejar el Gobierno. Y las cosas son complicadas para él: hay fotografías que demuestran que en la sede del gobierno hubo fiestas, no reuniones de trabajo, cuando estaban prohibidas por la pandemia. Fotos en las que se ve al premier con copas en la mano, declaraciones de invitados que reconocen que se trataba de fiestas… y multas a varios de ellos precisamente por haberse saltado las normas anticovid.
Un panorama sombrío para Johnson. Es conocida su capacidad de supervivencia… pero en el Reino Unido se pone fecha a su salida del gobierno. Demasiadas pruebas en contra de su ética como primer ministro.
