Opinión

Arde Washignton

Dos días de tregua. Los que faltan para que regrese Trump de Nueva York,  donde se celebra la Asamblea General de la ONU con intervenciones de los presidentes de los países más importantes del mundo. Dos días para que  Washington, la ciudad de las noticias y rumores que tumban gobiernos,  especule sobre el futuro del presidente,  que por primera vez se encuentra ante una situación verdaderamente grave que podría costarle el “impeachement”. 
El vicefiscal Rosenstein,  encargado de las investigaciones que realiza el fiscal especial Mueller sobre el llamado Rusiagate, la supuesta injerencia de Rusia en la campaña presidencial para ayudar a la elección de Trump, ha encontrado tal cantidad de  obstáculos en su camino -que incluyen informaciones que le sitúan entre el grupo de personas que, desde la Administración, tratan de incapacitar al presidente- que el lunes pidió una entrevista con el jefe de Gabinete de Trump, John Kelly, al que le presentó su renuncia, aunque fuentes del gobierno apuntan que fue Kelly quien le pidió la dimisión. No se ha concretado la dimisión porque Trump ha preferido aplazar  cualquier decisión hasta el jueves, cuando regrese a la Casa Blanca. 

Mientras, Washington es un hervidero, en el que miembros de la Administración, parlamentarios, periodistas generalmente bien informados y los que no lo están tanto pero creen manejar fuentes seguras, hacen todo tipo de especulaciones no sobre el futuro de Rosenstein o del propio Mueller, sino incluso del presidente, cada vez más desprestigiado y cada vez más cercado por los trabajos periodísticas y las revelaciones de personas que formaron parte de su equipo, que ponen en entredicho su capacitación profesional y personal para ser el presidente de Estados Unidos. En esa línea de cerco, el último libro del periodista más prestigioso de Estados Unidos, Woodward, no ayuda al presidente sino que abunda en potenciar la imagen negativa que se va haciendo muy generalizada; aunque todavía mantiene el apoyo que le podría garantizar la reelección si el “impeachament” no cercena su carrera política:  la economía está cada día más fuerte, y el Partido Demócrata no cuenta con un candidato sólido que de momento haga sombra al presidente.

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