Opinión

Argentina a oscuras

No se conocen las causas del apagón, y es probable que no se conozcan hasta pasados varios días, quizá semanas. Toda Argentina, excepto Tierra del Fuego, se quedó a oscuras a las siete de la mañana del domingo, un apagón monumental que también afectó a amplias zonas de Uruguay, Brasil y Chile. Nunca se había producido un apagón de esas características, que afortunadamente tuvo lugar el día festivo, con un lunes también festivo, y además día del Padre. No hubo posibilidad de celebraciones porque millones de argentinos no pudieron salir de casa, pero si se hubiera producido en día laboral, el país habría quedado totalmente paralizado. 

También hubo suerte con el tiempo: lluvia en casi todo el país, con lo que la mayoría de la gente no se quejó por verse obligada a permanecer encerrada en casa, por falta de ascensores o porque no se podían abrir las puertas de los jardines con apertura electrónica. Por otra parte en cuatro provincias se celebraban elecciones, y hubo que hacerlo con los colegios a oscuras a primera hora de la mañana. A lo largo del día se fue recuperando la electricidad, pero también la inquietud, porque el gobierno no ha sabido explicar lo ocurrido, y la palabra “sabotaje” estaba en boca de todos.

El ministro de Energía desmentía ese posible sabotaje o el fallo en las dos centrales eléctricas más importantes del país. La razón del apagón masivo fue “un fallo en el sistema de protección de la red de interconexión eléctrica”, una terminología solo comprensible para expertos. Para la mayoría de los argentinos la falta de suministro eléctrico y sus consecuencias -no circulaban trenes ni metro, solo funcionaban los teléfonos fijos con cable, no hubo caos hospitalario gracias a los generadores eléctricos propios, y no se podía distribuir el combustible- es una advertencia sobre la seguridad del sistema. Lo que provoca la lógica alarma en un país de economía muy debilitada que hace pensar que el fallo eléctrico no tiene más explicación que el ya mencionado sabotaje… o la falta de medios para mantener las centrales y los circuitos en condiciones óptimas.

Un elemento más de recelo hacia los gobernantes y hacia una clase política que hace décadas que decepciona a los sufridos argentinos.

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