Opinión

Bloqueo a Le Pen

Hollande y Sarkozy lograron su objetivo: parar los pies al Frente Nacional. Pero socialistas y republicanos no se encuentran en condiciones de celebrar un triunfo a pesar de que entre los dos se han repartido los gobiernos regionales de Francia excepto el de Córcega, que ha sido para los nacionalistas. La victoria es pírrica: el FN ha sumado aún más votos a los conseguidos en la primera vuelta, lo que significa que la política de Marine Le Pen, con una dureza extrema contra los inmigrantes y refugiados, y con restricciones a los derechos de los musulmanes, es mejor recibida de lo que gustaría a quienes aspiran a que por encima de las rivalidades de partido se mantengan los principios esenciales de la identidad francesa, fraternidad, igualdad y libertad.

La estrategia de sumar esfuerzos para detener el empuje del FN, hasta el punto de que los socialistas incluso retiraron una de sus candidaturas y pidieron a sus seguidores que votaran a Los Republicanos de Sarkozy, ha configurado el mapa de Francia con los colores rojo y azul, socialistas y la derecha de Sarkozy, con ventaja para el partido recién creado por el ex presidente. Pero la amenaza está ahí porque Marine le Pen no es de las que se rinden: piensa presentar batalla. Los resultados actuales evidencian que en este momento es la candidata a la presidencia de la República que tiene mayor respaldo y va a intentar hacerse con el Elíseo.

Las elecciones regionales, con ser importantes, no dejan de ser la antesala de lo que se juega en el 2017: la jefatura del Estado, la presidencia de Francia. A esa cita la única candidata que se presenta fortalecida es precisamente Marine le Pen, y en este año y medio que queda por delante va a intentar centrar su mensaje para que no vuelva a ocurrir lo del pasado domingo: que la victoria regional ha sido para Sarkozy, su principal adversario, gracias a la reacción socialista de parar los pies al FN pidiendo el voto para Los Republicanos.

Tanto Sarkozy como Hollande se encuentran debilitados por sus respectivas gestiones presidenciales, y Marine Le Pen pretende aprovechar la debilidad de Sarkozy para atraer el voto de la derecha moderada. Lo que no pudo hacer su padre cuando pasó a la segunda vuelta de las presidenciales.

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