Opinión

Cuba: Díaz-Canel impide la "manifestación blanca"

Al joven dramaturgo Yunior García, líder de Archipiélago, ni siquiera le permitieron dar un paseo el domingo por las calles de La Habana. Pretendía vivir en soledad la experiencia de recorrer su ciudad el día anterior a la manifestación que había convocado, y que se presumía iba a ser multitudinaria. La “manifestación blanca”, pacífica y a la que pedía que los participantes llevaran una prenda blanca como símbolo de su hartazgo del régimen dictatorial que sufre Cuba desde hace más de sesenta años. Se echó a la calle, solo, con una rosa blanca en la mano. Fuerzas policiales no le permitieron cruzar la puerta de su casa.

Como hicieron el lunes con la mayoría de los dirigentes de Archipiélago y con los personajes históricos de la disidencia que pretendían sumarse a las manifestaciones. No hubo, las principales ciudades de Cuba, sobre todo La Habana, estaban tomadas por fuerzas policiales y militares. También por las “boinas negras”, las tristemente famosas brigadas que cuentan en su haber con actos de violencia inusitada. No hubo actos contra el gobierno el 15-N, Díaz-Canel puso todos elementos necesarios para impedir un nuevo 11-J, que el pasado 11 de julio provocó un levantamiento contra el régimen castrista más multitudinario del que esperaba el gobierno. La represión no eludió ninguna actitud de violencia, hubo heridos y miles de detenidos. Seiscientos aún continúan en prisión, tachados de presos políticos. La respuesta de los que querían haberse sumado a las manifestaciones y no pudieron hacerlo fue expresar con el color blanco su rechazo al régimen comunistas: sábanas y toallas blancas en balcones y tendederos, flores blancas en balcones y camisas blancas en los hombres y mujeres encerrados en sus casas que se asomaban a las ventanas.

Qué ocurrirá en el futuro es difícil de prever. Yunior García se ha convertido en un líder y Archipiélago cobra fuerza día a día. Díaz-Canel no es Fidel Castro, ni tampoco Raúl, no cuenta con su fortaleza ideológica ni el carisma de los dos hermanos, pero los pusilánimes pueden ser peligrosos porque se envalentonan cuando quieren demostrar que cuentan con la fuerza y el respaldo de sus antecesores.

En los más de 60 años transcurridos desde que Fidel Castro se hizo con el poder durante la celebración del Fin de Año de 1959, muchos han sido los intentos de derrotar el régimen castrista. Ahora, una nueva generación conectada al resto del mundo a través de Internet a pesar de las restricciones, ya conoce qué supone la libertad y rechaza aquello que se vieron obligados a sufrir sus padres y abuelos. Los castristas consideran que cualquier intento de cambio viene apadrinado por Estados Unidos, sin asumir que una nueva generación de cubanos pide paso, con ideología y ambiciones propias de las democracias.

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