Opinión

El cinismo de Trump

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no está dispuesto a dejar de sorprender a propios y extraños. Después de haber inducido y fomentado el asalto al Capitolio protagonizado por una horda de sus seguidores, ahora, en un máximo ejemplo de cinismo del mismo del que ha hecho gala a lo largo de su mandato, ha lanzado un menaje de condena a quienes “profanaron” el templo de la democracia estadounidense y les ha advertido que “lo pagarán”. 

Con este mensaje y con el reconocimiento a la fuerza de que el próximo 20 de enero llega a su fin su inquilinato en la Casa Blanca, tras aceptar la victoria de Joe Biden después de que así lo certificara el Congreso, Donald Trump trata de evitar que lleguen a buen puerto alguna de las iniciativas que han puesto en marcha los dirigentes demócratas para sacarle del poder antes de que termine su mandato, bien mediante un “impeachment” -sería el primer presidente que acumula dos intentos de destitución por esta vía en un mandato-, bien mediante la aplicación de la Enmienda 25 para forzar su destitución. Este procedimiento sería más rápido que el “impeachment”, aunque no evitaría que Trump pudiera volver a presentarse nuevamente como candidato a la presidencia del país. En cualquier caso, las matemáticas parlamentarias hacen difícil que alguna de esas vías prospere mientras no haya un cambio de posición de un buen número de representantes republicanos. 

No obstante, la urgencia de la destitución de Trump procede de que los demócratas y ya muchos de sus correligionarios con mando en el Partido Republicano no se fían de lo que sea capaz de hacer en la semana y media que falta, en su propio beneficio o en política internacional, para que su presidencia se convierta en un mal sueño del que su sucesor tendrá que sacar al país mediante la restitución del prestigio y la reputación de la democracia norteamericana. Por lo pronto algunos de sus ministros han comenzado a abandonar su barco para no verse salpicados por los últimos coletazos de quien sigue empeñado en cuestionar la limpieza de las elecciones en las que ha sido derrotado. 

El futuro de Donald Trump derivará del empeño con el que sus correligionarios se opongan a sus intenciones de futuro, si son capaces de plantarle cara para que no lleve al Partido Republicano por la senda de un populismo que ha tenido consecuencias nefastas al ahondar la división en la sociedad estadounidense, por no hablar del descalabro que ha causado en las relaciones con el resto de países e instituciones internacionales impulsando un unilateralismo del que Estados Unidos debe pasar página. 

En su mensaje exculpatorio, Trump ha comunicado a sus seguidores que “su increíble viaje juntos apenas ha comenzado” con lo que viene a decir que como miembro del partido republicano o con una nueva formación política no está dispuesto a abandonar la política activa. Donald Trump ha ejercido del aprendiz de brujo que desató la ira de sus seguidores que allanaron el Capitolio, pero que no quiso o no supo cómo devolver al genio a la botella hasta que se dio cuenta del desastre que había originado. 

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