Opinión

La emigración rompe el gobierno belga

Los nacionalistas flamencos llevaban tiempo queriendo romper la coalición de gobierno: quedan apenas cinco meses para finalizar la legislatura y la extrema derecha les estaba pisando el terreno. Finalmente han encontrado una excusa, el pacto de la ONU sobre inmigración. 

La ruptura no ha sido ácida, prueba de que los flamencos se van porque les conviene. Y la excusa, muy endeble. En septiembre, el Gobierno belga, al completo, avalaba los principios del pacto de la ONU sobre inmigración. En otoño los flamencos ya expresaban sus reticencias, primera pista de que buscaban la forma de romper el gobierno de coalición. Hace unos días exigieron a Michel que no acudiera a la cumbre de Marrakech, celebrada estos dos últimos días, para ratificar el acuerdo. Michel respondió que no podía hacerlo, por convicción, porque ya lo había avalado y porque además no es vinculante. El NVA dejó el gobierno.

Charles Michel no ha tardado en encontrar recambio para los ministros y secretarios de Estado que se han ido, pero la incógnita se centra en si aguantará hasta el mes de mayo, cuando deben celebrarse las nuevas elecciones. Bélgica está muy habituada a gobiernos inestables, a rupturas, a prolongación de mandatos de gobiernos en funciones y a coaliciones endebles. La sangre no llegará al río ni siquiera si hay que convocar elecciones anticipadas, lo que podría producirse si los flamencos no apoyan algunos de los proyectos que deben pasar por el Parlamento antes de que finalice la legislatura, entre ellos los presupuestos y una serie de iniciativas relacionadas con las pensiones. El proyecto presupuestario contaba en principio con el aval de los flamencos, no así el de pensiones, que estaban “limando” los partidos de la coalición para alcanzar puntos de coincidencia.

La opinión más generalizada es que el pacto migratorio de la ONU, que será conocido en el futuro como el de Marrakech, no ha tenido nada que ver con la ruptura de la coalición de gobierno, sino que esa ruptura forma parte de una estrategia política: a los nacionalistas flamencos, ni probablemente tampoco a Charles Michel, les interesa que la extrema derecha, xenófoba, pueda utilizar el acuerdo de la ONU como una bandera para desacreditar a los dos partidos de la coalición. Loa flamencos no quieren perder escaños, y Michel, liberal del Movimiento Reformador, quiere que el NVA se mantenga fuerte: ha sido un buen socio de gobierno.

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