Los catorce años de mandato de Evo Morales acabaron de forma violenta el pasado otoño: acusado de fraude electoral por la propia OEA, fue obligado a renunciar y se marchó a México acusando a sus detractores de haber propiciado un golpe de Estado. El ex presidente de Bolivia no permaneció mucho tiempo en México, y hoy se encuentra en Argentina aunque no pierde la esperanza de regresar a su país. La nueva presidenta, en funciones porque no fue elegida, es Jeanine Yáñez, una senadora a la que correspondió el cargo de rebote, porque al renunciar Morales también lo hizo el que tendría que asumir la presidencia, el entonces vicepresidente del Gobierno, así como la ex presidenta del Senado.
Yáñez pone todo su empeño en presentarse como la salvadora de Bolivia ante un presidente populista e indígena que tomó medidas muy controvertidas. Ahora su situación es aún más crítica porque la Fiscalía Anticorrupción, que investiga todos sus pasos, ha encontrado una grabación en la que alguien cuya voz se ha identificado como la de Morales, mantiene una conversación con un dirigente cocalero al que conmina para que bloquee ciudades bolivianas el pasado mes de noviembre e impida que lleguen a esas ciudades alimentos y productos de primera necesidad. Los fiscales acusan a Morales de terrorismo, un delito por el que podría ser condenado a 30 años de prisión.
La presidenta da por buena la grabación y por buena también la investigación de los fiscales y su petición de 30 años de prisión, y exige a Argentina la extradición, lo que no parece probable que se produzca dadas las buenas relaciones políticas y personales de Morales con el actual Gobierno, en el que Cristina Fernández de Kichner es vicepresidenta pero con poderes casi presidenciales. Cristina no permitirá que su amigo sea devuelto a su país para comparecer ante un tribunal.
En Latinoamérica, de nuevo, presidentes que dejan sus cargos deben enfrentarse a la Justicia. Casi siempre por corrupción, aunque en este caso porque sus sustitutos les buscan las vueltas para que no puedan recuperar el poder.
