Opinión

Frío polar

La ola de frío polar que han sufrido el 75% de los estadounidenses a lo largo de esta semana comienza a remitir sin que por ello deje de ser peligroso, en algunos estados, salir a la calle ante el riesgo de sufrir congelaciones. La casi veintena de muertos producidos por el vórtice polar que ha afectado al país no es un número excesivo si se tiene en consideración el gran número de “sintecho” que viven en sus ciudades. Los servicios públicos de atención a los indigentes han funcionado de manera adecuada ante un fenómeno atmosférico que llevaba varias decenas de años sin dejarse sentir con tanta intensidad.

Pero ante tanta distorsión de la vida cotidiana, que ha obligado al cierre de escuelas, a la paralización de prácticamente toda la actividad económica por la dificultades de las personas para llegar a sus puestos de trabajo o incluso para salir a la calle para avituallarse, siempre hay espacio para un tuit del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para manifestar su particular idiosincrasia que es una mezcla de temeridad e ignorancia. Utilizar el frío polar para negar el calentamiento global es un signo más de mala fe, de anteposición de sus prejuicios ideológicos a la realidad constatada por los científicos de todo el mundo, y de primar los intereses económicos de las grandes corporaciones estadounidenses a la pervivencia del mundo tal y como lo conocemos si no se actúa sobre las causas que lo producen.

“En el hermoso medio oeste, la sensación térmica está alcanzando -60 grados, la más fría jamás registrada. En los próximos días, se espera que se enfríe aún más. La gente no puede salir fuera ni unos minutos. ¿Qué demonios está pasando con el calentamiento global? ¡Por favor, regresa rápido, te necesitamos!”, tuiteó Trump en lo más crudo de la tormenta. Ya solo le falta embarcarse en el crucero de quienes sostienen que la Tierra es plana.

Se da la circunstancia de que los propios científicos y los servicios meteorológicos de EE UU los que relacionan estos episodios de frío extremo con las consecuencias del calentamiento del Ártico, causa de las tormentas polares que afectan cada vez con más frecuencia a Estados Unidos. De la misma forma, en el hemisferio sur, en Australia se sufre una ola de calor inusual también por su magnitud. El frío y el calor extremos son las dos caras de la misma moneda del calentamiento global.

Poco a poco Estados Unidos y Canadá recuperarán la normalidad, y la actividad económica. Pero el debate sobre las consecuencias del calentamiento global no se acaba ni en el tuit presidencial ni en el negacionismo, porque Donald Trump mantendrá a su país fuera de los consensos básicos alcanzado en las cumbres del clima para frenar esta amenaza global, una deriva de su mantra más utilizado, “América primero”, con el que extiende un frío polar sobre la comunidad internacional.

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