Opinión

Guerra de nervios... por el momento

Estaba todo preparado, los aviones en el aire, los buques con los misiles orientados a Irán, cuando llegó el comandante y mandó parar. Había sido él mismo quien dispuso a sus tropas en orden de combate pero a última hora debió pensárselo mejor porque se trataba de una medida irreversible que haría aumentar la tensión en el polvorín de Oriente Medio hasta hacerlo casi estallar. Donald Trump dio marcha atrás y rebajo el incidente del derribo de un dron de la Marina estadounidense por la Guardia Revolucionaria iraní a la categoría de accidente provocado por “un estúpido” y ordenó desarmar los misiles.    

Por el momento no se ha pasado de la guerra de nervios y de la guerra de propaganda en la que los dos países están enzarzados desde el pasado mes de mayo cuando se produjeron los primeros ataques a cuatro petroleros, continuados con los dos alcanzados hace unos días y ahora con el derribo del dron sobre aguas iraníes o internacionales, según la versión de cada país. Entremedias no tuvo éxito el intento de mediación del primer ministro japonés Shinzo Abe que llevó a Teheran una oferta de diálogo de Trump con las autoridades del país que fue rechazado por el ayatola Ali Jamenei, el líder supremo iraní, mientras Estados Unidos mantenga las sanciones económicas y no vuelva al acuerdo nuclear del que Donald Trump se retiró de forma unilateral.

En esta ocasión se han salvado los muebles. Donald Trump ha decidido esperar. En plenos comienzos de la campaña para su reelección declarar la guerra a Irán iría en contra de sus propios intereses, aunque no falten halcones como el jefe de Seguridad Nacional, John Bolton, o el secretario de Estado, Mike Pompeo, que están desando ver a su país envuelto en una operación  militar a gran escala, ya se trate de Venezuela o de Irán. Pero para iniciar una guerra de la que se sabe cómo se entra pero no cómo y cuándo se va a salir es necesario que existan pruebas fehacientes de la agresión iraní. Tampoco Teherán pasa por sus mejores momentos tras sentir los resultados de las sanciones económicas y del embargo petrolífero. Pese a que  la guerra no interesa a ninguno de los dos países, ambos bandos no dejan de lanzarse desafíos y bravatas acompañadas de actos que pueden desatar las hostilidades militares.

En las últimas 48 horas se ha estado muy cerca de que comenzara el desastre, si bien EE UU e Irán han  tratado de desinflamar la situación. Lo que no quiere decir que esa sea la posición que mantengan ante nuevas provocaciones sea quien sea quien las lance. Ni tan siquiera se sabe si la decisión de Trump de frenar el ataque contra instalaciones militares seleccionadas se ha desechado o solo se ha aplazado. Sigue la guerra de nervios.

Te puede interesar