Opinión

India y Pakistán se acercan

Cuando dos potencias nucleares, enfrentadas por la región de Cachemira deciden reiniciar conversaciones de paz y buscan el acercamiento no puede sino tratarse de una buena noticia. Ambos países se mantienen en conflicto desde 1947 cuando lograron la independencia del imperio británico y esta región quedó integrada en el territorio indio a pesar de ser sus habitantes mayoritariamente de religión musulmana

Desde su llegada al gobierno, el primer ministro indio, Narendra Modi, no ha dejado de hacer gestos de acercamiento hacia Pakistán, y la visita sorpresa que realizó el pasado día 25 a su homólogo pakistaní, Nawaz Sharif, es uno más en esa dirección con el objetivo de recuperar un proceso de paz que quedó abortado por decisión india tras los atentados de Bombay -de uno de los cuales salió ilesa la entonces presidenta madrileña, Esperanza Aguirre-, que las autoridades indias atribuyeron a un grupo terrorista pakistaní.

El conflicto por Cachemira envenena las relaciones entre los dos países, ha sido la causa de dos guerras y de numerosos enfrentamientos a ambos lados de la frontera y sobre todo ha impulsado una carrera armamentística entre los dos países que cuentan con armamento nuclear que distrae muchos recursos que podían ser utilizados para otras causas y que supone un riesgo para la seguridad mundial, con episodios de especial gravedad como el que tuvo lugar en 1994 que estuvo a punto de provocar una conflagración atómica. Por ese motivo, cualquier acercamiento de posiciones entre Pakistán e India redunda en beneficio de la seguridad de la zona.

La visita de Modi a Sharif, la primera de un mandatario indio a Pakistán en los últimos once años, vino procedida del apretón de manos que ambos se dieron en la Cumbre del Clima de París, que fue la parte visible de un deshielo que comenzó con otras conversaciones discretas para volver a sentarse a la mesa de negociación, una decisión que no está exenta de críticas en India por parte del principal partido de la oposición, y que debe culminar con el reinicio formal del proceso de paz a partir del próximo mes de enero.

Un momento que Narvaz Sharif considera esencial para conseguir unas "buenas relaciones amigables" y en las que prevalezca la confianza mutua, una circunstancia no siempre fácil tras las continuas rupturas del alto el fuego en la línea de demarcación o de las acusaciones mutuas sobre el desinterés por llegar a un acuerdo, y en el que también desempeña un destacado papel la lucha de ambos países por ser determinantes en la región, aunque Pakistán tiene también abierto el frente de la frontera de Afganistán, refugio de los talibanes. 

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