Opinión

En manos de la justicia

Trump se revuelve como una serpiente herida y ha mostrado su peor cara ante una posible derrota. 

Ya se conocían caras poco atractivas del presidente americano, incluso detestables, pero la soberbia actual, la egolatría, la irresponsabilidad y la falta de respeto a las instituciones de su país han aparecido en toda su potencia. Nunca en la historia americana un candidato se había autoproclamado vencedor con el 30 por ciento de los votos escrutados, nunca un presidente candidato había tomado medidas para garantizarse la reelección ordenando a sus seguidores la contratación de más de 8 mil abogados para iniciar demandas que echaran abajo el posible triunfo de su adversario, nunca habían aparecido gestos de soberbia tan exacerbada a pesar de que ya había dado muestras tan agudas de que la tenía sobradamente.

Como otros dirigentes populistas, se aferra al poder como si en ello le fuera la vida; y probablemente sea así, porque una vez que dejan sus cargos sus actitudes demagógicas -que se aceptan mientras gobiernan- provocan rechazo infinito hacia sus figuras, incluso por parte de aquellos que en alguna ocasión les habían votado. Es pronto para pronosticar qué va a ocurrir con la presidencia de Estados Unidos. Centenares de recursos están ya en marcha para anular los resultados, o intentar anularlos, y los caminos de la Justicia siempre son procelosos. Lo único evidente es que si efectivamente Trump se encuentra en la recta final de su mandato, pasará a la historia por ser tan mal presidente que ni siquiera consiguió la reelección, pero pasará sobre todo por la rabia que está demostrando al negarse a asumir que alguien a quien consideraba viejo, inconsistente, vago y triste, Joe Biden, le gana en las urnas.

Se va también –si se va, todo está en el aire- con su imagen institucional por los suelos: por provocar una ruptura social sin precedentes al no aceptar la derrota, ruptura especialmente grave en momentos como los que vive Estados Unidos y el mundo entero, con una crisis económica y sanitaria devastadora. 

Suceda lo que suceda los próximos días o semanas, el presidente americano ha demostrado que tenían razón los que le acusaban de que su prioridad no era su país: a Trump solo le importa Trump. 

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