Este viernes Joe Biden mantendrá el encuentro internacional que ha generado más polémica antes de producirse. Tanta, que el presidente americano se vio obligado a escribir un artículo en el Washington Post el pasado fin de semana para justificar esa reunión que ha provocado el rechazo asociaciones pro Derechos Humanos, y figuras políticas y sociales de muy distinto signo. Se trata de la entrevista acordada con Mohamed Bin Salman, MBS, príncipe heredero de Arabia Ssudí pero, de facto, el hombre que gobierna ese país.
Cada vez que se menciona a MBS, que trató de hacerse un nombre como promotor de la apertura social de Arabia Saudí, sobre todo en relación con el papel de las mujeres, se recuerda su vinculación con el asesinato del periodista Jamal Kashoggi, crítico con el régimen saudí, residente en Estados Unidos, y que fue torturado, asesinado y desmembrado en el consulado saudí de Estambul y cuyo cadáver nunca fue encontrado.
Sin embargo Biden, que tanto criticó a Arabia Saudí, no ha dudado en acudir ahora a ese país, dentro de una gira que le llevó previamente a Israel. La excusa, que trata de afianzar las relaciones de Israel con Arabia Saudí sobre todo en el campo de la colaboración militar contra Irán. Pero a Biden le interesa tener papel propio en Oriente Medio, después de que Trump se apuntara un éxito internacional al promover los llamados acuerdos de Abraham, que acercaron a Israel a varios países árabes, entre ellos Bahrein, Emiratos Árabes Unidos y Sudán, así como reforzar los ya existentes con Marruecos.
Además del interés militar y político, el encuentro de Biden con MBS tiene también connotaciones energéticas y económicas.
Arabia Saudí lidera hoy la OPEP, la Organización de Países Exportadores de Petróleo, y las consecuencias de la guerra de Ucrania han desencadenado una crisis energética de imprevisibles consecuencias que obliga a los gobernantes a llegar a acuerdos con los miembros de la OPEP para garantizarse el suministro de petróleo. Estados Unidos es productor y exportador, pero para Biden es fundamental conocer la opinión de Mohamed Bin Salman sobre la contienda entre Rusia y Ucrania en todos los aspectos, incluido el estratégico, militar… y económico.
En el artículo del WP el presidente americano recordaba, para justificar su cita con MBS, que Estados Unidos mantiene relaciones políticas y económicas con Arabia Saudi desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Es cierto, pero a millones de estadounidenses les repugna la idea de que su presidente se reúna con un hombre vinculado con un asesinato político y que manda en un país falto de respeto a los derechos humanos.