Opinión

Tensión en Ormuz

Hace justo un mes cuatro petroleros fueron atacados en el estrecho de Ormuz sin que se sepa quién cometió la acción, y ayer otros dos petroleros, uno de un armador japonés y otro de bandera noruega, sufrieron las mismas consecuencias tras ser alcanzados por torpedos que provocaron el incendio de ambos buques y el abandono de sus tripulaciones sin que, afortunadamente, se produjeran víctimas.

Un informe realizado por Emiratos Árabes Unidos sobre aquellos ataques concluyó que tras su autoría “había un estado” pero sin señalar cuál. Estados Unidos, menos sutil, apuntó directamente a Irán como el interesado en que se cierre o se dificulte el transporte marítimo del petróleo del Golfo Pérsico que atraviesa Ormuz, por donde transita la quinta parte del crudo mundial.  

En esta ocasión el ataque coincide con la visita oficial del primer ministro japonés, Shinzo Abe, a las autoridades de Teherán con el objetivo de rebajar la tensión en la zona, que se ha disparado tras la decisión de Donald Trump de denunciar el acuerdo nuclear con Irán y el aumento de las sanciones económicas. En cualquier caso, las autoridades norteamericanas, como las de Israel, Arabia Saudí y Emiratos Árabes, habían sido informadas de la visita de Abe, sin que conste si llevaba algún mensaje de mediación  entre los países enzarzados en la escalada verbal y las amenazas.

Teherán, por supuesto, niega ser el autor de los ataques a los petroleros. Que uno de ellos sea propiedad de un armador japonés y que el ataque se haya perpetrado durante la visita de Shinzo Abe añade complejidad a la investigación de unos sucesos que con su repetición ponen a la zona en un estado de tensión mayor de la habitual. Las autoridades iraníes no están dispuestas a ceder a las presiones de Trump, mientras la Unión Europea y los países que apoyaron el acuerdo de limitación de las investigaciones nucleares de Irán tratan de salvar los restos del acuerdo.

Como en todos estos conflictos, o alguien miente sobre la autoría de los ataques o alguien trata de ganar posiciones estratégicas para alcanzar sus objetivos. Por lo pronto los perdedores de estas refriegas son los partidos más renovadores de Irán frente al fortalecimiento de los halcones que se ven beneficiados por el clima de tensión ante las próximas elecciones, lo que aleja las posibilidades de acuerdos razonables.

La primera consecuencia de los ataques en el estrecho de Ormuz ha sido una subida del cuatro por ciento del precio del crudo. Si estos procedieran de Irán, el régimen de los ayatolás estaría mandando un mensaje sobre su capacidad de alterar la economía mundial. Pero del mismo modo obligaría a Estados Unidos a incrementar las sanciones y a una mayor presencia militar en la zona y con ello aumentarían las posibilidades de un enfrentamiento accidental que sería la chispa que desatara un incendio.       

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