Opinión

¿Hacemos magia?

Acaba de cumplirse el aniversario de la tragedia del Prestige. 20 años que dice el tango “no es nada”, pero que todos intuimos es mucho. El conejo blanco lo sabía y por eso responde a la pregunta de Alicia sobre cuánto es para siempre, con un certero “a veces, sólo un segundo”. Las conmemoraciones nos gustan, aunque nos disguste lo que recuerdan. En cada aniversario de cualquier acontecimiento casi todos cuentan, enseñan y analizan casi todo, quedando siempre un pequeño poso que servirá para futuras teorías.

Casi siempre nos gusta vernos reflejados en el lado que el tiempo ha demostrado que era el bueno, según nuestro código ético, y nunca nos reconocemos en la indiferencia, en el silencio o en el papel de verdugos, voluntarios o involuntarios. Pero ahí también había alguien. Está bien recordar, está bien marcar los contextos, descubrir las responsabilidades y denunciar las negligencias. Está bien recuperar las solidaridades y los sentimientos de apoyo y consuelo mutuo que repiten en una misma voz “nunca más”. Un grito que no surgió por primera vez frente a estas costas gallegas y que aún no ha desaparecido en demasiados lugares y momentos.

Y es en estas memorias de fechas cuando me hago una pregunta repetida sin punto y aparte. ¿Podría volver a suceder? Y mi respuesta no me gusta, porque siempre, en cada caso, es sí. Sí, todo puede pasar de nuevo.

Me gustaría pensar que ese implacable veredicto viene dado por la edad, que me ha vuelto más incrédula, tal vez más cínica y que me ha robado la convicción de que el mundo siempre sólo podría caminar avanzando. Pero esos mismos años también me han demostrado que a veces y como también decía el Conejo Blanco, “entre más prisa llevamos, más atrás nos quedamos”. Esa necesidad imperiosa de pasar por todo con tanta rapidez nos hace, a veces, caminar retrocediendo. Y todo puede volver a ser. No haremos listas con las posibilidades, porque siempre conllevan alguna omisión.

Estas efemérides de sucesos más o menos oscuros y tristes, conllevan una segunda pregunta. Si vuelve a suceder, ¿actuaríamos mejor como sociedad y como individuos? Y mi respuesta vuelve a no gustarme, creo que no. Sospecho que donde deberíamos frenar una respuesta violenta y arrasadora no seríamos capaces de crear los buques de contención necesarios. Intuyo que donde sería imprescindible construir una fuerza imbatible, sin fisuras, para extirpar comportamientos siniestros encontraríamos de nuevo silencios e indiferencias.

Pero esto sólo son creencias personales que no arriban en ninguna certeza social, ojalá. Decía el Sombrerero Loco de Alicia: “¿Sabes cuál es el problema con este mundo? Todos quieren una solución mágica a su problema y todo el mundo se rehúsa a creer en la magia”. Y la magia tal vez sólo sea nuestra propia conducta diaria.

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