Opinión

¿Y por qué asÍ?

Una de las frases más paralizantes que conozco es probablemente la que nos incita a no pensar, esa de “las cosas siempre se han hecho así”. Afortunadamente para la historia de la humanidad siempre ha habido alguien que se preguntó: “¿Y por qué así?”. Y con algo tan simple, esos alguien consiguieron que avanzáramos en todos los campos. Sólo se trata de ver, pensar, analizar y no tener miedo a innovar o cambiar. En el periodismo hubo y hay muchos “¿por qué así?”, probablemente menos de los necesarios en una profesión como ésta. La mayoría fueron anónimos, pero otros como Ben Bradlee, director del diario The Washington Post, que apostó por un periodismo más pegado a la calle y a la investigación pasaron a la historia. Tom Wolfe, Truman Capote, Gabriel García Márquez o más lejana en el tiempo, Sofía Casanova, también se hicieron la pregunta y crearon otra manera de contar, con calidad y credibilidad. Ganaron o, más bien, ganamos todos. Y ahora esa debería ser la pregunta imprescindible.

Si en el mes de junio soportamos un calor que los expertos califican de “nunca visto” (los de verdad, no los tertulianos que de todo entienden) y en invierno padecimos otro fenómeno inusual como fue Filomena, los planteamientos también tienen que ser nuevos.

Mandar a un reportero o reportera a sufrir las inclemencias climáticas para que nos cuente lo que vemos y padecemos cada uno de nosotros ya no es válido, aunque llevemos años haciendo así la información. Ahora no toca preguntar a los señores sentados en un banco cómo soportan el calor. Ahora lo único que cabe preguntar es “¿por qué está pasando?”. Porque en esas respuestas están las claves para el futuro de este planeta que habitamos y que, de momento, es el único que tenemos. No sirve ofrecer soluciones como beber, estar a la sombra o no hacer deporte. Lo que necesitamos ahora es que nos cuenten cómo podemos rebajar grados en las ciudades. Que nos repitan que sin árboles el calor se acentúa, el aire empeora y todo eso afecta a nuestra salud. Ya no vale sólo con hablar de los golpes de calor, que también, no estorban, pero hay que aumentar la visión para conocer bien que estas ciudades cementadas, sin pulmones verdes, con circulación intensa, nos enfermarán gravemente.

Esta profesión es mucho más que salir a la calle para retratar el termómetro que todos vemos. Quienes la ejercemos lo sabemos y lo padecemos. Igual que sabemos que para muchos es más productivo seguir como siempre. No podemos conformarnos con asentir ante el “uff, hace mucho calor” y debemos lanzar las preguntas imprescindibles que ya tocan en este 2022 para encontrar respuestas. Sin cambios, todos quedaremos expuestos a quemarnos y sin protección solar. La naturaleza lleva tiempo avisándonos.

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