Opinión

Abrir Ourense al mar

Avalada por un estudio urbanístico de la Universidad de La Coruña sobre la integración de los terrenos portuarios con la ciudad la alcaldesa coruñesa se ha posicionado favorablemente a la posible demolición de los edificios del hotel Atlántico y Los Cantones Village. Sobre todo este último, es la evolución posmoderna del feísmo. Un adefesio urbanístico de nuevo cuño en plena fachada marítima que inicialmente fue concebido como centro comercial y que actualmente está desocupado, salvo por unas desangeladas salas de cine y una hortera macro discoteca. También habría que dar buena cuenta de los más de 13.000 metros cuadrados con los que cuenta el Centro Comercial A Laxe en Vigo y que es la consecución del enésimo atropello urbanístico que sufre la ciudad. Enhorabuena a todos los arquitectos, promotores, fantasmas, gerentes, delegados y alcaldes. ¿Abrir Vigo al mar? ¡Anda ya!

¿Y Ourense? Si fuese por el empuje ese gran hombre que ocupa el principal sillón del salón de plenos y que promulga que “todas mis ideas son buenísimas”, no cabe duda que el océano acabaría tarde o temprano por bañar la ladera de Montealegre. Allí se pavonearía su rascacielos, volviendo a joder la fachada de costa como antes hicieron tantos otros cafres del urbanismo. Allí, para su mayor gloria, el paraíso del “tower running”.

Antes de empezar a abrir las ciudades al mar, habría que abrirlas a la cordura, a la sensatez y a la prosperidad. Pasa por el derribo de las caricaturas populistas que los fatuos localismos han fomentado, mandar a su casa a quienes anteponen intereses personales a los ciudadanos. Aquellas inercias que nos hacen acríticos sociales, infantiles intelectualmente y serviles del mandatario. 

Pasa porque confiemos el bastón de mando a personas competentes, útiles y que se merezcan que su legado se recuerde. Antes instalaban sus propias esculturas o bautizaban calles con su propio nombre, comportamiento sátrapa afortunadamente hoy impensable. ¿Cuándo fue la última vez que los ciudadanos pujaron por la construcción de una figura en reconocimiento de su alcalde? ¿De verdad pretendéis que os vayamos a recordar?

Pasa también por sacudirse de espantajos que se apropian de instituciones que no les pertenecen y convierten los plenos municipales en grotescas parodias. Mindundis que no han dado un palo al agua ni pagado una nómina en su vida y que podrían ofrecer, al menos, una categoría personal o altura intelectual que admirar. Pero no es el caso. 

Volveremos a fallar, como tantas veces. “La única manera de arreglar este esperpento de pueblo” suele bromear un buen amigo “sería bombardearlo con napalm y repoblarlo después con noruegos. Nosotros, volveríamos a hacer lo mismo”. Pero el feísmo, amigos, va más allá del paisaje y las fachadas marítimas. Calza zapatos y tiene bastón de mando.

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