Opinión

Andorra " me cunde"

Si me relajo, mi hijo pequeño se pasaría el día delante de su teléfono móvil viendo vídeos. Como a tantos, le “cunde” jugar en su consola con vídeo juegos. Muchos de los vídeos que ve están grabados por “elrubiusOMG”, “Vegetta777” o “Willyrex”, entre otros. Todos ellos son los frikis de toda la vida que, evolucionados, han hecho de las redes su forma de vida, dentro de esta nueva economía que trae el desarrollo de la digitalización a nuestras vidas. Dominan los juegos con los que mi hijo se divierte y se dedican a grabar sus propias partidas y publicarlas en sus canales. Son auténticas máquinas de jugar, chillar y decir mamonadas. Pero sus ganancias son millonarias. El “top” se lo lleva un tal Ryan Kaji, un niño de nueve años de edad que realiza “reviews” de juguetes, experimentos y trucos que cada cual puede reproducir en su casa. Ha ganado en 2020 la cantidad de 29,5 millones de dólares. En España, el tal “Vegetta777” obtuvo ingresos por más de 5 millones de euros.

Dejando aparte el deterioro intelectual, hay que reconocer que ser “Youtuber” o “Influencer” y vivir de ello no debe ser tarea fácil. Han de entender muy a fondo las dinámicas de este sector, tener una estrategia bien planificada, crear contenidos con la calidad suficiente para que resulten de interés y optimizarlos para su mejor rendimiento en la plataforma. Sólo el hecho de llegar a entender los algoritmos de “YouTube” y atender a la comunidad de usuarios que se genera en torno al canal, ya tiene su mérito. El mismo que gestionar debidamente su patrimonio.

Gran parte de la opinión pública se ha echado sobre estos personajes por su decisión de instalar su residencia en Andorra para disfrutar de un tipo máximo marginal en el IRPF del 10%, cuando en España es del 49%. La planificación fiscal sigue siendo para muchos inmoral. Puede ser criticable que tal traslado sea ficticio. Es decir, que buscando la ventaja fiscal se declare la residencia administrativa en el Principado cuando realmente las relaciones personales, familiares y económicas se sigan manteniendo en España. En tal caso, corresponderá a la Agencia Tributaria acreditar que no se dan las condiciones normativas y que el traslado a Andorra es simulado. Sin embargo, si resultase real, poco habría que reprochar a quien tome tal decisión.

No es insolidario quien acepte entregar al Estado el 20% de sus ingresos, pero no el 49%. Tampoco es antipatriótico quien, amando su Patria, se sienta maltratado por el Estado. Quien por cuestiones de índole económica tome la legítima decisión de abandonar su país libre y voluntariamente no es un inmoral. El Estado es el que debería preguntarse en dónde fracasa cuando cualquier profesional bien remunerado opte por fijar su residencia y desarrollar su proyecto de vida fuera de España.

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