Opinión

¿Armonización? Explíquese

Tras los esperpénticos manejos que han utilizado sus señorías para no someterse a lo que realmente deberían someterse sin rodeos ni tapujos, es decir, a la Constitución, como pasa en cualquier país civilizado, el sufrido arranque de la sesión constitutiva del Congreso anticipa una XIV legislatura de tensión permanente. La ya prácticamente descartable tercera convocatoria de elecciones forzará a que, en esta ocasión, se llegue a un acuerdo bien de investidura, bien de gobierno, para que no haya bloqueo a que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sean quienes lleven las riendas del Gobierno de España durante los cuatro próximos años. Si nada lo remedia, claro.

Tener como socio a alguien que pretende intervenir el sector del alquiler, de las comunicaciones, del ya hiper regulado sector eléctrico, o crear un banco público, es para echarse a temblar. Ya no porque signifique orientar la acción política hacia la senda populista y demagoga, si no que supone un suicidio económico y democrático perpetrado por quien no ha creado un puesto de trabajo en su vida. 

Además, volvemos a percibir nuevos intentos de utilizar perniciosamente el lenguaje tras manifestaciones tan aparentemente dadivosas como “incrementar la disciplina fiscal” o “converger hacia la armonización fiscal”. Ya vimos antes escabullir intenciones perversas al llamar “lucha armada” al terrorismo, “crecimiento negativo” a la recesión económica o “medidas excepcionales para incentivar la tributación” a la amnistía fiscal de los grandes defraudadores. ¿Sería posible que la expresión “armonización” pueda referirse a una inmediata supresión de las diferencias existentes en el tratamiento de algunas figuras impositivas entre las comunidades autónomas frente a otras? ¿Podríamos prever que las comunidades que hoy pagan más impuestos en Sucesiones y Donaciones, por ejemplo, converjan hacia la situación de aquellas  que menos pagan? Podría ser. Pero a la vista del aluvión de consultas que notarios y despachos profesionales están recibiendo desde que “disciplina” o “armonización” han entrado en el discurso político, parece que la interpretación que el ciudadano hace vaya precisamente en sentido totalmente contrario, es decir, converger precisamente hacia las que pagan más. Porque esto de dejar en herencia una casa que ya tributó escrupulosamente a lo largo de toda una vida, parece cosa solo de ricos.

Por ello, lo que los clientes estudian es la posibilidad de adelantar donaciones y evitar así el impacto de una subida fiscal en comunidades con una menor presión fiscal, beneficiándose de las bonificaciones que ahora existen en algunas, entre ellas, Galicia, desde que el gobierno de Feijoo lo aprobó en 2006, dejando potencialmente libre de impuestos al 99% a las herencias de la comunidad. 

Aunque a veces cace quien no amenaza, adelantemos acontecimientos.

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