Opinión

Echémonos al monte

Domingo de agosto y tiempo fresco para digestión del desayuno. Condiciones perfectas para que no haya corredoira que se resista a un saludable trote mañanero. Sin embargo, antes, de camino, un mero vistazo al monte huérfano corrobora su estado de abandono generalizado. Ahora, in situ, tal percepción se confirma. Grandes superficies de bosque y monte bajo repletos de matorral seco y descuidado; puro combustible inflamable tentando a pirómanos y otros bárbaros que no ven más que en el uso del fuego la herramienta para la gestión de los ecosistemas.

Uno se pregunta si este panorama a la vista de cualquiera representa en Galicia un problema sobredimensionado. Pero parece que no, ya que los datos reflejan que esta Comunidad es, entre las potencias a nivel mundial, la que cuenta con un porcentaje mayor de superficie forestal desaprovechada; hasta un 30% de su territorio está infrautilizado para usos industriales, el doble que el estimado para Suecia o Austria y muy por encima de Suecia o Estados Unidos, países todos ellos que han conseguido situarse a la cabeza de producción de pulpa, papel, cartonaje, o envases y que han adoptado medidas para convertir los bosques en una fuente de riqueza económica. Cuentan con una estructura de la propiedad organizada, han dado mayor protagonismo a los propietarios, incentivaron la producción forestal y apostaron por consumir productos de madera procedentes de sus bosques para cerrar el ciclo.

No obstante, a pesar de nuestro potencial, no hemos sido incapaces de hacer del naval, ni del sector lácteo o del tráfico marino una industria pujante y sostenida que generara riqueza y prosperidad a esta tierra. Y tampoco lo hemos conseguido, ni siquiera realmente intentado, en el sector forestal, en el que paradójicamente, se invierten más recursos en la lucha contra incendios que en ordenar los montes, el primer objetivo que debería impulsarse para revitalizar este gran recurso estratégico que Galicia atesora. 

Probablemente sea antieconómico mantener el monte limpio y en buen estado ya que, lógicamente, sus propietarios no estarán por la labor de atenderlo a costa de socializar los beneficios y privatizar los costes. Por eso es fundamental promover de forma urgente recursos para su gestión, que conduzcan a procurar su rentabilidad y sostenibilidad económica y a aprovechar el óptimo posicionamiento que tiene esta Autonomía de cara al desarrollo de su sector forestal y la bioeconomía. 

Te puede interesar