Opinión

El egoísmo de Rafa Nadal

El pasado fin de semana Nadal ganó su decimosegundo título de Rolland Garros. Ha conseguido noventa y tres victorias de noventa y cinco partidos disputados en París. Es el auténtico rey; imbatible, indomable. En las entrevistas posteriores al torneo manifestó sentirse “cansado de sentir dolor”,  “estar siempre con dolor es cansado y necesito parar con esa línea de dolor que he tenido en estos últimos 18 meses. Algunas cosas las sabéis, otras no. No hay prácticamente ningún torneo que no me haya pasado algo”. Seguramente nadie pueda imaginar las dificultades ya no solo físicas, sino emocionales o psicológicas que tenga que superar un deportista que pretenda permanecer en la élite tanto tiempo como Nadal. Lo que todo el mundo desea es seguir disfrutando viéndole competir; hasta que él quiera. ¿Luchará el año que viene por ganar el decimotercer título? Todos esperamos que así sea. Además, tal como parece ser de maniático y supersticioso, si también lo gana, estoy seguro que no querrá rotular su palmarés con un intranquilizador 12+1, al estilo del también campeón Ángel Nieto. Así que, por qué no, a por los catorce títulos Rafa.

Ahora bien, desde el punto de vista de la ética personal, ¿puede considerarse una conducta reprochable por quien pretende ganarlo todo en la vida? ¿Tiene Rafa Nadal una conducta egoísta por cuanto, aun con dolor y con padecimiento del contrario, muestra una actitud insaciable de éxito? ¿Son por extensión los deportistas egoístas sin escrúpulos?  

Estamos amoldamos a ciertos clichés  que interpretan todo egoísmo como censurable; toda conducta egoísta es miserable. Pero, ¿es necesariamente dañino que alguien busque sus propios privilegios por encima de los del prójimo?, ¿es incompatible quererse a sí mismo y a la vez querer a los demás? Lo opuesto al egoísmo no es la generosidad, sino el altruismo. Por tanto, ser egoísta no impide ser generoso, ni carecer de la capacidad de pensar en los demás. Quizá sea la egolatría, y no el egoísmo, la conducta censurable, ya que el ególatra no sólo pretende su propio beneficio, sino que los demás también hagan lo que él solo quiere,  y que lo hagan además también en su mismo beneficio.

¿Podríamos entonces tener otra actitud diferente hacia el egoísmo? Concebirlo como una conducta virtuosa que no reproche que cada individuo, empresa u organización tenga como fin de su vida la satisfacción de sus proyectos racionales, sin violentar los derechos racionales de los demás ni aceptar que se violenten los propios. Esta es la base de de los fundamentos filosóficos de Ayn Rand, de quien es la cita: -Para saber decir "Yo te quiero" primero hay que saber decir "YO"-.

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