Opinión

La estupidez no conoce límites

Precisamente por dedicarse Einstein a teorizar sobre la “dilación del tiempo” en su Teoría sobre la Relatividad, haya sabido disponer de tiempo extra para obsequiarnos con geniales reflexiones personales sobre la vida misma y la condición humana fruto, sin duda, de su originalidad de pensamiento y logros intelectuales. No sé en quien estaría pensando cuando pronunció: “Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo”; pero hoy quiero dedicar esta frase a quienes vocean otras que, pretendiendo colmar el repertorio de la genialidad póstuma, no son más que una broza intelectual que confirma la ilimitada estupidez de quien las pronuncia.

“Una democracia digna no acepta limosnas de millonarios” (Pablo Iglesias dixit). Ello, en relación con los  310 millones que Amancio Ortega hizo en forma de equipos de diagnóstico y tratamiento para luchar contra el cáncer. Tuve que recomponerme durante horas del shock que me produjo comprobar que el de Podemos no pone límites ni escrúpulos a su desatada demagogia. Detrás de estas palabras solo puede esconderse un verdadero fanático, una persona que tan solo ve en los ricos a especuladores, explotadores y ciega codicia. Lo curioso es que parte del electorado, los potenciales beneficiarios de este altruismo, no le retiren inmediatamente el voto, porque lo que verdaderamente hay detrás de este siniestro personaje, es una extrema defensa de la economía estatalizada, sin sombra alguna del capitalismo y de la iniciativa privada, en donde los ricos no existan, para ser todos iguales… ¿todos?... unos más iguales que otros, querrá decir.

Según el Instituto Nacional de Estadística, solo el 0,5% de los contribuyentes declaran ganar más de 130.000 euros al año. El 96% ingresa menos de 60.000 euros y el 85%, menos de 30.000. Entonces, ¿qué es ser rico para el señor Iglesias, al que se le estiman, entre salario de diputado, más dietas, gastos y su retribución como presentador, unos ingresos anuales de 90.000 euros? No podría donar entonces lo que supere de tres veces su salario base de diputado, ya que él mismo sería rico. ¿O es él quien va a decidir quién es rico y quién no lo es? ¿Va a decidir, el que no las necesita, quiénes pueden y quiénes no pueden hacer donaciones? ¿Podremos, según Iglesias, marcar las casillas 105-106 de la declaración de la renta, por cuanto no es más que una “donación” anual que el contribuyente destina a la labor que desempeña la Iglesia católica y se supone que otras ONG's? ¿La eliminamos directamente?

Algunos pensamos que el ser humano es corruptible y, por eso, no queremos darle ámbitos de poder que no procedan y puedan corromperlo. Pero Pablo quiere todo el poder para manejarlo a su antojo. Pensará que Amancio Ortega pueda tener mucho poder económico, pero nunca podrá decidir a qué colegio mandamos a nuestros hijos; él sí que lo pretende.

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