Opinión

Hiperactivos en activo

Cuando al general del Estado Mayor alemán Von Kurt Hammerstein le preguntaron desde qué puntos de vista juzgaba a sus oficiales, respondió (Hammerstein o el tesón, Anagrama 2011): “Distingo cuatro clases: los inteligentes, los trabajadores, los tontos y los vagos. En la mayoría de los casos concurren dos cualidades. Los inteligentes y trabajadores son para el Estado Mayor; los otros, los tontos y vagos, forman el noventa por ciento de todos los ejércitos y son muy aptos para las tareas de rutina. El que es inteligente y, a la vez, vago, se califica para las más altas tareas de mando, pues aporta la claridad mental y el aplomo necesarios para tomar decisiones de peso” 

Dejemos por un momento la cuarta categoría para más adelante porque abro un paréntesis para referirme a lo injustos que somos a veces cuando generalizamos al referirnos a los políticos porque, cierto es, que transitan en el colectivo un buen número de personas honestas, capaces e íntegras. Todos conocimos un buen número de políticos de altura, de clara vocación por el servicio público, cultivados y con un notorio nivel intelectual. 

Esto no quiere decir que no pasten del presupuesto público otro género de políticos de aluvión, sin experiencia, preparación ni capacidad conocida. Cerca de nosotros afloran concejales “desarrapaos”, mediocres, chantajistas, interesados y oportunistas, con la única aspiración a degradar la profesión,  pobres de lenguaje y pensamiento. Es curioso comprobar que, entre estos últimos, los hay que pretenden esconder sus carencias tras una aparente fachada de actividad frenética, de hiperactividad incluso. Exigir mucha información ante las cámaras para después utilizarla sesgadamente, generar en tropel un buen arsenal de propuestas y mociones, o dar lecciones del ficticio pragmatismo de quien dice cazar ratones sin importar el pelaje, pero sólo en beneficio propio; lo que sea menester para que, al menos, se los tache como “muy trabajadores”. Limpian, brillan y dan esplendor, pudiendo ser al unísono comerciantes-empresarios-deportistas-trotapeldaños-presentadores de TV-campeones de monopatín y lo que pretendan. El auténtico hombre orquesta contra las orquestas, ansiando alargar la farsa para la que no sirven. Hacer por hacer, cuando en realidad no hacen nada, solo trabajo estéril. Eso sí, “son pero que muy trabajadores”.

La cuarta categoría de Hammerstein: “Del que es tonto y trabajador hay que protegerse; en ése no se puede delegar ninguna responsabilidad, pues siempre causará alguna desgracia”.

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