Opinión

Los sapos de Génova

Cuenta que por delante de una rana pasó un majestuoso buey, contorneándose y mostrando solemnemente el poderío que irradiaba su enorme tamaño. La rana se sintió temerosa, insegura, envidiosa. Ante los suyos, tomó aire hasta hincharse todo lo que pudo y les preguntó: “Miradme, ¿no soy tan grande como un buey?” Ante las sucesivas respuestas negativas de las otras ranas, siguió cogiendo más y más aire, hinchándose más y más, hasta que la vanidosa rana explotó, sin llegar a parecerse nunca a aquel impresionante buey al que quiso emular.

Lo mismo lleva ocurriendo desde hace tiempo en el Partido Popular aunque, tras las elecciones en Castilla y León, la rana ha cogido, de nuevo, más aire. Espero que los votantes del partido de Casado, entre los que no me incluyo, tengan claro que la prioridad número uno es sacar a Sánchez del poder. Por una cuestión de mera supervivencia. Sin entrar en la gestión sanitaria de la pandemia, desde que esta se inició, la gestión económica del gobierno ha sido la peor de toda la OCDE. El PIB español ha caído un 6,6%, la salud de las empresas un 7,2%, la inversión un 6,5%, la deuda pública crece hasta el 120%, lideramos la tasa de desempleo, después de Grecia tenemos la mayor tasa de paro juvenil, el campo extenuado, los autónomos asfixiados, el virus de la inflación se ceba con la electricidad, los combustibles o las materias primas,… Lo dicho; una cuestión de supervivencia para evitar la ruina total. Al contrario, los cabecillas del Partido Popular solo miran a sus intereses y solo piensan en su egocentrismo personal y electoralista. En su miseria, prefieren implantar el cordón sanitario a los votantes de Vox, entre los que tampoco me incluyo, promover la guerra sucia a quienes hagan sombra a su líder, o cargar de argumentos al adversario al comparar a Le Pen con Abascal. En definitiva, prefieren hincharse más y más, como la rana para, finalmente, autodestruirse.

La pequeñez y la obscenidad de unos dirigentes perdidos, deshonestos e inmorales que trafican con intereses espurios en beneficio de su propia supervivencia y condenan definitivamente cualquier atisbo de devolver a la senda de la riqueza y el bienestar a este país, alimentan el germen de la desafección política y del propio sistema que no hay querido regenerar. Todo ello pasaría por separarse del verdadero enemigo, no de quienes también pretenden derrotarlo. En este momento, cualquier cosa, por muy mala que quieran hacérnosla ver, es mejor que la pavorosa perspectiva de otros cuatro años más de gobierno PSOE-Podemos que por cierto, piden cordones a los demás sin que los pongan a la retahíla de socios que lo mantienen.

Que se inflen y se autodestruyan es lo de menos. Pero que destruyan con semejante frivolidad a un país, tiene delito. Que disfruten con salud de lo votado.

Te puede interesar