Opinión

Sin noticias de disidentes en la COP25

Todas las personas deberían tener garantizado el derecho a la opinión disidente, a la libertad de pensamiento y de expresión, siempre que ésta no lleve aparejada la injuria, la infamia o la calumnia. El escritor portugués José Saramago lo expresó muy bien: “Disentir es uno de los derechos que le faltan a la Declaración de los Derechos Humanos”. Sin duda, se refería a que la disidencia es un acto irrenunciable de libertad, que debería respetarse y valorarse, ya que resulta un mecanismo intelectual básico que fomenta la deliberación, enriquece el debate y es inspiradora del pluralismo y la tolerancia.

Finaliza ya la cumbre del clima de Madrid, en la que ni la organización y apenas los políticos, funcionarios, medios, comunicadores, o tertulianos respetaron, ni dieron pábulo, a nada que no fuera lo que hoy se entiende por el más ortodoxo pensamiento único y políticamente correcto sobre el particular.

La MIT Technology Review, revista independiente propiedad del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), por qué no recordarlo, la mejor universidad del mundo, publica un artículo del economista Andrew McAfee que quizá haya pasado desapercibido por muchos. Sin negar que la degradación medio ambiental que sufre el planeta sea un enorme desafío que requiere una acción urgente, sostiene, en contraposición con muchas de las disertaciones de los ponentes de la cumbre chileno-española, que  para acelerar la transición ecológica a nivel mundial  no hace falta reducir el sistema capitalista sino estimularlo.

McAfee defiende firmemente que  “algunas suposiciones sobre los costes inevitables del crecimiento son simplistas y a menudo erróneas”. Se refiere a que el progreso tecnológico y el crecimiento económico han proporcionado indiscutibles y enormes ventajas en la salud, riqueza y la calidad de vida aunque hayan causado, sin duda, costes ambientales y sociales. Defiende que para abordar el cambio climático y prevenir otras catástrofes ambientales, al tiempo mantenemos los estándares de vida moderna para miles de millones de personas, necesitamos más capitalismo: para impulsar la productividad en la economía y para que el desarrollo tecnológico permita seguir “desmaterializando” nuestro consumo (tendencia a concentrar funcionalidades en menos productos). Los países de Occidente, capitalistas maduros, se están esforzando por reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, su consumo energético, su polución y su demanda de recursos; sin embargo, sus economías y poblaciones no paran de crecer (modelo que debería reproducirse en las economías en desarrollo).

Pero libre es aquel que otorgue mayor atractivo a las “paridas” que digan aquellos que deberían centrarse en lo realmente entienden (aprenderse un guión o tocar la guitarra) y libre lo es también quien disienta de esta opinión, cosa que aprecio.

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