Opinión

¿Qué es realmente VOX?

Tenía que suceder. Cientos de miles de personas mostraron su indignación ante la situación que vivía el país en ese momento. Aquella indignación se tornaría en un fenómeno político nunca vivido en España hasta entonces. Sus impulsores son conscientes de “haber transformado tanto el sistema de partidos como la forma de concebir la política”, cuestión que debería hacernos sentir orgullosos. Un nuevo partido rompe con la vieja política e irrumpe con fuerza en las instituciones. Fue una “explosión que generó una ola de cambio en la sociedad española con múltiples implicaciones, ya que el ciudadano veía que le estaban timando y que estábamos pagando los platos rotos por algo en lo que no habíamos participado”.

¿Es todo esto Vox? ¿Pudieron expresar estas ideas sus líderes? Evidentemente, sí, pero, curiosamente, no. Las anteriores líneas devienen de manifestaciones realizadas casi ocho años después por los que, por entonces, promovieron aquel movimiento que vino a llamarse 15M y que hoy son diputados electos por Podemos.

Por tanto, mi tesis es que Vox es, básicamente, el resultado de una indignidad colectiva. Más que un partido político, es un movimiento social de hastío, con más coincidencias de las que puedan pensarse con aquel 15M.

Hastío por parte de los votantes de centro derecha que vieron como el PP se “des ideoligilizaba” y se rendía ante la hegemonía moral de la izquierda y ante los medios de comunicación. Impotencia de quienes advierten importantes anomalías en el sistema de autonómico o de independencia judicial. Incredulidad de quienes son tildados de xenófobos por el mero hecho de abrir un debate sobre la limitación a la inmigración legal. Irritación de autónomos y pensionistas que no llegan a fin de mes y se ven acribillados a impuestos mientras que el déficit público no para de crecer. Repulsa de quienes perciben una perversa colectivización cuando se dan o quitan derechos no por ser personas, sino por pertenecer a un grupo social. Y tantas otras cosas a que supongo han movilizado el voto de quienes se han decantado por esta opción política.

Lo que sí es cierto, es que era una anomalía en nuestro sistema político tener cubierto el espectro de más allá del centro izquierda con Podemos y Pablo Iglesias (que no es Stalin) y no tenerlo más allá del centro derecha con Vox y Santiago Abascal (que tampoco es Hitler).

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