Opinión

Del sheriff de la escalera al policía comedido

El Código Penal sanciona a aquellos quienes “faltaren al respeto y consideración debida  a la autoridad, en el ejercicio de sus funciones, …” con la pena de multa de uno a tres meses. Como a los profesores, a la policía hay que respetarla. Pero ¿se encuentra la policía amparada en la citada legislación? ¿Es autoridad la policía? Pues parece que ahora no. El anterior entrecomillado se corresponde con la nueva redacción que tipifica esta conducta y que sustituye al hoy derogado artículo 634 del antiguo Código Penal: “Los que faltaren al respeto y consideración debida a la autoridad o sus agentes, o los desobedecieren levemente, cuando ejerzan sus funciones, serán castigados con la pena de multa de diez a sesenta días.” Por tanto, el legislador, al omitir en la modificación la expresión “o sus agentes”, es evidente que los excluye de tal categoría y no, no son “autoridad”.

Por el hecho de que no se pueda condenar a una persona por un delito de falta de respeto y consideración a un agente de la autoridad, no pretendo animar a faltar a cuantos policías nos crucemos por la vía pública. La labor que desempeña la policía en beneficio de la ciudadanía es encomiable y digna de elogio, sobre todo cuando conocemos las condiciones y carencias con las que muchas veces desarrollan su trabajo. Es también lamentable el comportamiento de ciertos sujetos que desde sus plataformas políticas alientan y promueven la violencia callejera en masa, poniendo a los pies de los caballos a quienes deben protegernos de esa misma violencia. Por cierto, el camión lanza-agua adquirido en 2014 (350.000 euros) está sin estrenar. Se ha enviado a Cataluña y sigue sin utilizarse, con el lógico malestar del cuerpo policial. ¿Por qué razón?

Esto del covid ha elevado la ansiedad de no pocos a extremos nunca conocidos. Ciudadanos que se creen autoridad y lanzan advertencias, reproches y amenazas, recriminando de forma abrupta comportamientos que juzgan irregulares. Vecinos que denuncian y delatan sobre conductas supuestamente impropias. Interventores de tren que se creen con el derecho de golpearte el hombro cuando la nariz asoma para tomar aire por encima de la mascarilla. Empleadas de supermercados que te reprenden mal encaradas y a gritos al menor desliz. Y policías también, todo hay que decirlo.

No cuesta nada ser respetuoso. También desde el otro lado. Estamos todos para colaborar, pero hay siempre una parte de agentes, no digo que sea la mayoría, que parecen olvidar el código ético que debe imperar cuando creen corregir una conducta inadecuada. La falta de recursos, las malas condiciones de trabajo deben de trasladárselas a sus superiores, pero no cobrárselas a los ciudadanos. El apoyo de la ciudadanía a su policía vendrá dado por el grado de respeto que muestre ésta a la protección de sus derechos y por la capacidad de saber ajustar su actuación a criterios de ética profesional. Por ello es deseable reclamar algo de comedimiento y templanza en sus actuaciones.

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