Opinión

Alabado sea el señor

A los dos monaguillos que metieron medio kilo de marihuana en el botafumeiro de la Catedral de Santiago el otro día y los pillaron habría que canonizarlos. ¡Benditos sean esos angelitos! Yo les pondría una estatua en la Plaza de Platerías, junto a la Fuente de los Caballos, y una placa a su nombre como la del Batallón Literario que hay en la Quintana. 

Parece ser que cuando los soltaron tras pasar una noche en comisaría, los chavales declararon: "Seguro que ese día la gente salió de misa más contenta que nunca". Por supuesto: Salam Alekum, Alekum Salam. Esto último no lo dijeron ellos que no son árabes, lo digo yo que tampoco soy árabe. Los chicos hicieron bien y los peregrinos de ese día después se lo pasarían bomba tomando vinos y tapas a lo loco por la Rúa Nova, la del Villar o el Franco, imbuídos de un sentimiento espiritual superior al que otorga al alma, parece ser, la llegada a Compostela. Eso sí que debió ser una experiencia intra y extrasensorial de altura, que coronó el final del Camino y lo convirtió en algo inolvidable. 

Es más, apuesto a que los peregrinos de ese día se gastaron más pasta que nadie esa tarde en las callejuelas de Santiago; un gran beneficio para el negocio de hostelería de la ciudad que no consiguen las campañas de promoción de turismo de Turgalicia ni las del Concello, por mucho que se esfuercen.

A los pobres chavales, inocentes ellos vaya por Dios, los han retirado de monaguillos de inmediato; con esas cosas el episcopado es implacable. Pero la verdad, si yo fuera amigo o colega del obispo le soplaría al oído en una de esas cenas que hacen para pobres en plan Susanita de Mafalda, que con monaguillos así hasta yo mismo volvería a misa.

Bromas aparte el asunto aunque sea inicialmente divertido tiene un trasfondo serio. Yo bebo y fumo. Como tanta gente. Y fumo mucho, además. El alcohol y el tabaco son drogas muchísimo peores para la salud, tanto a la corta como a la larga, que la marihuana cuyo consumo no solo es inofensivo, sino según muchos médicos, beneficioso para ciertas cosas. De hecho y como todos sabemos hay países y culturas donde se consume históricamente de forma habitual y no pasa nada, ¿qué va a pasar? Y en algunos sitios más modernos, como California u Holanda por ejemplo, su consumo es legal. En cambio el alcohol y el tabaco, que sí son legales en todas partes, son mucho peores.

Yo creo que aquel día con el botafumeiro volando a setenta kilómetros por hora en el crucero de la Catedral de Santiago se produjo un milagro, uno olfativo, sensorial, psíquico, casi paranormal (pásenle esto a Iker Jiménez, que le va a gustar), un milagro que los afortunados peregrinos que asistieron ese día a la misa de doce no podrán olvidar nunca.

Y seguro que se lo contarán a sus nietos.

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