Opinión

Armar a los maestros

 

La idea del impredecible y siempre sorprendente Mr. Trump de que los maestros y profesores de Estados Unidos vayan armados a clase es tan brillante que la verdad, casi me gustaría haberla tenido yo. Daría para un fragmento genial de "Bowling for Columbine" de Michael Moore, que podría enriquecer bastante su documental.

La ocurrencia es tan buena (en realidad Mr. Trump solo tiene ocurrencias no ideas), como aquella otra famosa de George Bush Junior, de talar los árboles de los bosques para evitar los incendios. Mano de santo. 

Yo pondría también minas antipersona en los pabellones deportivos y regularmente bombardería los patios de recreo de los niños con bombas de racimo. Eso pondría en su sitio a los potenciales asesinos en serie, que en los Estados Unidos son legión entre la población estudiantil.

Me imagino a algunos amigos como Afonso Monxardín por ejemplo, columnista de este periódico y maestro, yendo a dar clase con un AR15 colgado del hombro y las obras completas de don Álvaro Cunqueiro en la otra mano. Los niños se iban a enterar de lo que vale un peine (no sé si pillan lo del peine, tiene que ver con el AR15). Ni la mínima gamberradita se vería por allí. Y aprenderían literatura y gallego como nunca. A toda mecha. 

Después, lo siguiente sería que los soldados fueran a la guerra con cuadernos de lectura infantil en la mochila y pistolas de agua en la cintura. Las raciones de los menús de campaña podrían incluir garrapiñada, gominolas y Petit Suisse. Mr. Trump se lo está pensando. 

En el documental citado "Bowling for Columbine" hay una escena en la que un chaval vestido de rapero con ropa muy floja se saca de la camisa y los pantalones una increíble colección de armas incluyendo rifles de asalto, navajas gigantes y pistolas con silenciador que parecía imposible que pudiera ocultar allí, entre las piernas. Muchos colegios en Estados Unidos tienen arcos de seguridad detectores de metales que los estudiantes tienen que pasar todos los días antes de entrar a clase, para evitar que introduzcan subrepticiamente en el centro armas de fuego o armas blancas.

Por cambiar de tema que lo de las armas es muy violento, a mí me encantan las plantas y tengo unas cuantas en casa, ficus, drácenas, sansevieras, alóes, orquídeas e incluso un árbol de jade muy bonito. Una afición pacífica, supongo, la de cuidar plantas. Armar a los maestros para solucionar ese problema que tienen los colegios americanos me parece como si una de mis orquídeas se muere por exceso de riego y para arreglarlo yo la riego aún más. Ya sé que la comparación recuerda aquellas tonterías odiosas de don Manuel Fraga con los garbanzos, un personaje por el que nunca tuve simpatía, pero me parece bastante ilustrativa y lo explica bien.

Yo creo que a los maestros hay que armarlos solo de autoridad y respeto. Y con eso sería más que suficiente. Estoy seguro.

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