Opinión

Asalte usted algo

Últimamente se está poniendo de moda asaltar algo. Preferiblemente alguna institución respetable. En los EEUU asaltan el Capitolio, aquí asaltamos el Ayuntamiento de Lorca, y en Cataluña se asaltan tiendas y sucursales bancarias a las primeras de cambio, o calles y barrios enteros en los que se queman contenedores y mobiliario urbano, aunque de momento por lo que se ve al menos en Cataluña en los últimos tiempos se han tranquilizado un poco con eso. 

Lo bonito, ya digo, es asaltar algo sea lo que sea. Además en un asalto, tras saquear un par de tiendas usted puede acabar llevándose para casa una bicicleta o un patinete eléctrico, lo que no está tan mal. Es como si le tocara el cupón de la ONCE, pero más seguro.

Los motivos del asalto son intrascendentes, el caso es tomar un sitio por la fuerza, con violencia, y montar mucho follón. Ahí vale todo. Romper cristales y muebles, amenazar a quién pilles por delante, un ujier, una secretaria, un alcalde, una señora de la limpieza, un presidente de la república, eso da igual. Los incendios y otro tipo de destrozos ocasionales también están bien vistos.

No sé mucho del asunto del Capitolio, pero en el asalto al Ayuntamiento de Lorca está claro que todos los españoles llevamos un Franquito o un Tejerito dentro, dispuesto a dar un golpe de estado en cuanto le den la oportunidad: ¡que se sienten, coño! Y disparar unos tiros al techo.

Yo como soy un tipo pacífico y le doy algo, creo, a la cabeza, nunca he entendido estas cosas. Supongamos que uno de esos asaltos acaba conquistando efectivamente el lugar, ya sea el Capitolio o el Ayuntamiento de Lorca. ¿Qué piensan hacer a continuación los asaltantes? ¿Instalarse en los despachos, poner los pies encima de la mesa y pedir unas pizzas por teléfono? ¿O –porque no se trata de la toma del Palacio de Invierno–, liquidar al zar y a toda la familia real? No me casa nada. Ni en el Capitolio ni en Lorca hay zares a los que liquidar.

Por eso no lo entiendo. Creo que se asaltan sitios sin un objetivo, lo cual es absurdo porque al final tras unas cuantas horas, cansados, hartos, sin ducharse, los asaltantes se volverán a sus casas para cenar con su familia y dormir por fin.

No, no son la toma del Palacio de Invierno, ni la Revolución Francesa, ni los barbudos de Sierra Maestra, ni el 25 de Abril de los portugueses en los claveles, ni nada que se le parezca. A lo más que llegan los asaltantes de este tipo de acciones es a hacerse un selfie para publicarlo al día siguiente en las redes sociales mientras se van a dormir la mona.

Asalte usted algo, hombre. Yo no lo he probado pero según he leído por ahí muchos psicólogos y especialistas sostienen que es una práctica buenísima para mejorar la auotestima. ¿Quién sabe?

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